El sicario vengador John Wick (Keanu Reeves) está a punto de tener un pésimo día. Todos los asesinos del mundo han recibido la notificación de que hay una recompensa de catorce millones de dólares por su cabeza, y la noche es joven. Empieza así una orgía de violencia, coreografías y muchísimo daño sobre el cuerpo humano con todas las armas imaginables. No nos engañemos, acá no hay mucha historia que seguir ni personajes con quienes viajar. Esto es un estimulante ballet de pólvora, sangre y vidrios rotos, con ocasionales respiros que detallan (quizá demasiado) los protocolos de la misteriosa sociedad de asesinos a sueldo, todo espolvoreado con personajes que solo existen para blandir armas y/o sufrir en carne propia las salvajadas de John Wick. Y aunque quizá el minutaje sea demasiado extenso, y tenga lagunas pantanosas que frenan el ritmo en seco, el delirio de balas es tan febril que todo se perdona entre persecuciones, gente atravesando cristales y puñaladas en el ojo. Porque si bien la película no va a ninguna parte, vaya que divierte quedándose donde mismo.
“John Wick: Chapter 3-Parabellum”. EE.UU., 2019. 130 minutos, mayores de 14.