Existe consenso de que la educación emocional es clave para la formación de una personalidad integral. Las competencias emocionales pueden desarrollarse, y es indispensable hacerlo porque favorece en los niños la capacidad de conocerse y vincularse con los otros.
El texto “¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia”, que es un informe del Hospital Sant Joan de Barcelona, plantea que así como hay clara evidencia de que los diferentes programas de desarrollo de la inteligencia emocional contribuyen al bienestar y a la felicidad de las personas, también es un factor que está asociado a su calidad de vida. Quienes tienen más competencias emocionales son más eficientes, se autorregulan mejor y están más satisfechos con su estilo de vida. La inteligencia emocional no viene predeterminada: puede desarrollarse. Es necesario planificar actividades y generar ambientes propicios.
Benjamín, un alumno universitario, cuenta lo siguiente: “Yo siempre había asociado ser inteligente con que a uno le fuera bien en el colegio en matemáticas, ciencias y lenguaje. En tercero medio, cuando yo era un adolescente bastante rebelde, la profesora de filosofía nos pidió hacer un seminario sobre inteligencia emocional. Después hicimos un trabajo de grupo. A raíz de este trabajo, mi visión de lo que era ser inteligente cambió y recuerdo que me planteé si yo era inteligente emocionalmente. No me costó darme cuenta de mis limitaciones, así como de mi poco autocontrol. Comprender que la autorregulación fue decisiva en mi cambio de conducta“.
Posiblemente, esta profesora no se enteró de lo que le ocurrió a Benjamín con esta actividad, donde logró una autorreflexión y cambio.
Otra estrategia es señalar los comportamientos positivos que tienen las personas y que pueden entenderse como signos de inteligencia emocional, como cuando alguien resuelve un conflicto en forma positiva. Valorar los comportamientos que son signos de inteligencia emocional hace que los niños tomen conciencia del rol que juega en la vida.