Pagué hace tiempo mi ataúd y los servicios fúnebres correspondientes. Es todo lo que he hecho con respecto a mi muerte, fuera de advertirle a mi parentela que, por favor, no torturen con discursos ni poemas a quienes puedan acudir a mi funeral.
(Estoy sano, no se preocupen).
Hoy comienza en Gran Bretaña una campaña: “Sepamos que morir importa”. La organiza la Academia de Medicina de ese país.
De 10 británicos, seis saben poco o nada sobre las horas finales de su vida. La Academia encuestó a 966 adultos, un tercio —muchos mayores— se negó a hablar: la muerte es tabú.
Y casi no hablamos sobre “mi” muerte.
En cuanto a la muerte de “otros”, la gran mayoría teme que el moribundo sienta dolor físico; la mitad, que sea presa del temor o incluso del pánico.
La Academia instaló quioscos en distintos puntos del país, “salas de embarque” (departure lounges), donde consultar. Y encontrar allí información sobre de qué se trata el bien morir.
Además, un sitio en inglés (www.departure-lounge.org) refuerza la campaña. Pregunta: “¿Por qué no podemos usar el verbo morir?”.
El conocimiento popular sobre la muerte proviene de documentales, películas, telenovelas, aunque mucho (42% en el Reino Unido) de conversaciones con amigos y parientes.
La doctora Lesley Fallowfield, de la U. de Sussex, escribió que la TV raras veces describe muertes “normales”. Aunque para muchos, dice, la muerte es un paso indoloro y pacífico. “Necesitamos desmitificar la muerte y hablar más de ella”.
No resulta fácil. Hace poco conversé con una enfermera UTI que partía de viaje: “Demasiada cercanía con la muerte”, me dijo. “Cuando vuelva, veré qué hacer”.
¡Qué tentación de evadir la cosa! El sitio inglés www.dyingmatters.org da pautas de conducta o de temas a conversar: desde la necesidad de un testamento, hasta nombrar a quien tome decisiones si uno está incapacitado; desde qué hacer con las contraseñas del computador hasta la opción por contratar cuidados paliativos. Lo grande, lo pequeño, lo práctico.
La pena es que todo está en inglés. Pero busqué en castellano en Google “prepararse para la muerte” y ninguno de los vínculos era tan completo como las páginas del Reino Unido.
Pienso que la actual discusión pública sobre el morir y la eutanasia no tiene sentido si no converso yo conmigo mismo y con los míos sobre mi propia muerte. Y ellos sobre las suyas.