Muchas veces se ha planteado una dicotomía entre una educación que prioriza los aprendizajes académicos y otra que da relevancia a la formación emocional. Sin embargo, los datos de las investigaciones apuntan a que se trata de una falsa dicotomía, ya que el desarrollo académico se favorece cuando hay una buena educación emocional. Resulta innegable la evidencia existente de que el bienestar emocional es fundamental para la felicidad personal y la eficacia de las personas. En este sentido, una formación integral parece ser la mejor alternativa en el momento de educar. Desafortunadamente nuestro modelo, desde las autoridades educacionales, es bastante academicista, y al elegir colegios, los padres se inclinan por aquellos con los más altos puntajes en las pruebas estandarizadas, prestando poca atención a otras variables. Ninguna conducta disociativa es buena, pero en el campo educacional es especialmente peligroso disociar las emociones de la razón.
Es un dato lamentable que los currículum de formación de profesores en su inmensa mayoría no cuenten entre sus asignaturas con la educación emocional. Los docentes deben enfrentar en forma intuitiva y poco profesional la formación de sus estudiantes y hacerse cargo de los numerosos y graves problemas emocionales que se suceden en el ámbito escolar. Es una deuda pendiente —como tantas otras— que el país tiene en educación.
Nos quejamos de que los niños y adolescentes están menos empáticos, con más conductas de riesgo como consumo de drogas y alcohol; que la violencia se hace difícil de manejar en las aulas; que el hostigamiento entre los niños afecta a un porcentaje no menor de la población y que la ideación suicida pasa a ser un tema frecuente en las redes, entre tantos otros problemas.
Maurice J. Elías, en un texto sobre aprendizaje académico y socioemocional en la serie Prácticas Educativas, plantea: “Al aprendizaje socioemocional algunas veces se le denomina ‘la pieza faltante', porque representa una parte de la educación que une el conocimiento académico a un conjunto específico de habilidades importantes para el logro escolar familiar y comunitario en los lugares de trabajo y en la vida general.