La desintoxicación digital es una tendencia que cada día logra más adeptos y busca que las personas se desconecten de los aparatos y privilegien la relación cara a cara. Resulta penoso ver a niños revisando sus celulares en los recreos, desperdiciando la oportunidad de conectarse con sus compañeros, o a un grupo de amigos en una mesa de un café concentrados cada cual en su celular.
Exponerse es buscar la atención y aprobación, a través de un “me gusta”, que da una falsa sensación de éxito. La red se transforma para algunos en el principal espacio de intercambio de donde obtienen frustraciones o gratificaciones, por lo que les es casi intolerable estar desconectados.
En comparación con esa ostentosa felicidad que algunos exhiben en esos espacios virtuales, nuestras propias experiencias se ven desvalorizadas. Cuando alguien no lo está pasando bien, el efecto de comparación al revisar los Instagram o los Facebook de otras personas puede desencadenar desastrosas consecuencias en el estado de ánimo de alguien que está deprimido.
La limitación del uso del celular en ciertos espacios favorece liberarse de la tiranía que el móvil ejerce sobre nosotros. Una gran medida tomó el año pasado el Parlamento francés al prohibir la utilización de los celulares y de cualquier dispositivo con conexión a internet en los centros de educación hasta los 15 años. Esta había sido una promesa de la campaña presidencial del Presidente Emmanuel Macron. Después de los 15 años, queda a criterio de las autoridades de cada institución educacional. Se hace una excepción para las personas con discapacidad y se podrán usar ocasionalmente en actividades pedagógicas. Esta ley busca desintoxicar a los niños y jóvenes de la tecnología digital para lograr una generación sin adicción a las pantallas.
La evidencia apunta a que los niños —y no pocos adultos— se han vuelto adictos a los dispositivos, lo que constituye un serio impedimento para que se concentren en sus tareas escolares, además de afectar el normal desarrollo de la empatía y de su cerebro social.
Quizás es hora de poner regulaciones al uso de celulares para detener esta epidemia de desconexión que es estar hiperconectados.