John Archibald Wheeler, el físico que en 1969 bautizó los agujeros negros, falleció el 13 de abril de 2008, hace once años; tenía 97. No alcanzó a conocer la imagen que nosotros admiramos el miércoles pasado. Habría temblado.
Lo entrevisté en 1988 para Revista del Domingo, junto con su colega chileno Claudio Bunster. Menudo, conversaba bajito, miraba el futuro.
“Es tan interesante preguntarse cómo será la vida en un millón de años. Nos habremos extendido por muchos lugares del universo (…) nos habremos desarrollado en diferentes tipos de animales (…) y esas especies se esparcirán. Porque nos quedan miles de millones de años y millones de millones de lugares habitables en el universo”.
Contó que a él le costaba mucho pensar en alguna idea si no podía concebir su imagen.
Así aparecieron los agujeros negros: “Algo tan endiablado (…) algo tan perfecto, tan perfecto geométricamente, que uno puede arrojar adentro toda clase de cosas… y desaparece toda evidencia de lo que se arrojó”.
La semana pasada, el columnista Óscar Contardo tuiteó que estos inmensos descubrimientos lo deprimían un poco. Nos hacen sentir tan ínfimos.
Pero John Wheeler, como los investigadores que nos contagiaron el miércoles su entusiasmo mostrándonos el agujero negro, explotaba de optimismo. “Tenemos tanta suerte de vivir en este mundo. Todo es misterio perpetuo. Y lo más fantástico es tener la esperanza de descubrir algo”, decía.
Mis nietos devoran ciencia ficción, mundos que se permiten habitar. La evidencia científica da pie a sentimientos y a nuevas realidades. Como cuando la realidad de lo oscuro despierta el temor o como cuando al reventar de la ola explota la dicha.
Al final de “La guerra y la paz”, de León Tolstoi, que murió en 1910, un año antes de que naciera Wheeler, el novelista ruso publica su “Epílogo dos”, donde relaciona historia con física, Copérnico con el libre albedrío.
Unir los datos, como la foto real del agujero negro, con la imaginación, y con las viejas y las nuevas preguntas. El mismo afán lo vimos en las declaraciones de los científicos y científicas que consiguieron o explicaron la imagen real del agujero negro.
Porque, paso a paso, llegaremos más allá.
Aunque, el jueves, el robot que Israel mandó a alunizar se estrelló. ¡Grecia! y la NASA buscarán enviar una sonda a nuestro satélite. India enviará su robot este año. Un estudio a dos astronautas gemelos publicado el viernes en Science demostró que el gemelo que vivió un año de ingravidez en la Estación Espacial Internacional sufrió solo unos pocos cambios biológicos, comparándolo con su hermano en tierra. Al regresar, se le arregló casi todo el naipe. Podemos ir allá.
Y vamos. El jueves próximo, en la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, Francisco Martínez, decano de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile, propondrá un programa espacial para Chile.
No hay vuelta atrás. La mente humana, como el agujero negro, traga conocimiento.