El total de las empresas de espionaje cibernético podrían ganar 12 mil millones de dólares al año, según la agencia Moody's. Eso es el presupuesto de Chile dividido por seis, lo suficiente como para construir 16 puentes sobre el canal de Chacao y sobra plata.
El reportaje sobre el tema de The New York Times (NYT), publicado hace nueve días, se refiere a empresas privadas que contratan grandes hackers especialistas en romper barreras de seguridad digital. Venden ese servicio.
Por ejemplo, cuenta el NYT, en febrero de 2017, Saudi Al Qahtani, asesor del príncipe heredero de Arabia Saudita, trató con la empresa NSO para vigilar Medio Oriente y Europa, especialmente en Turquía, Catar, Francia e Inglaterra. Y NSO ¡es israelí!
En los Emiratos Árabes, la competencia de NSO es "DarkMatter", que llegó a infiltrar el domicilio de un personaje mediante el monitor que vigilaba a su guagua.
Harvey Weinstein, el productor de Hollywood acusado de abuso sexual, contrató a "Black Cube" para buscar información sobre las mujeres que lo acusaban, para desacreditarlas. Otra empresa, "Psy-Group" se especializa en bots , mensajes automáticamente distribuidos que machacan una idea en redes sociales
NSO ideó un
software, "Pegasus", que se adueña del teléfono: conoce llamadas, mensajes, correos, ubicaciones, whatsapps, Skype, etc. México contrató Pegasus para seguir a los narcos. Según el NYT, NSO ha vendido servicios a gobiernos en todos los continentes, salvo que no pasen un estándar ético, como Turquía.
"Esto es como darle un arma de calibre militar a cualquier persona", dice al NYT Brian Bartholomew, de la empresa de seguridad Kaspersky Lab.
El general de brigada en retiro del Ejército de Chile René Leiva Villagra, especialista en inteligencia y guerra electrónica, es el autor del capítulo sobre ciberguerra en el libro "El pensamiento estratégico: una habilidad para anticiparse al futuro". Lo lanzó el Centro de Estudios Estratégicos de la Academia de Guerra hace doce días. La ciberguerra, escribe, es territorio nuevo. No hay conceptos suficientemente claros sobre ella.
La línea divisoria entre tiempos de guerra y de paz termina desvaneciéndose. Un ciberataque puede provenir de civiles o militares y atacar blancos tan sensibles como los sistemas de interconexión eléctrica, transporte, las comunicaciones, la banca... Puede aparecer por un error, una incorrecta atribución de responsabilidades... escribe el general de brigada.
La semana pasada, Tim Cook, el mandamás de Apple, se vanaglorió de que sus productos no capturaban datos, que la información quedaba en los aparatos, fuera del alcance de la compañía. Pero tal estrategia es insegura, como lo demuestra Pegasus.
El próximo jueves habrá un nuevo seminario sobre ciberseguridad en Santiago. El tema requiere vigilancia, decisiones, inversiones. Por ahora, yo saludaré hoy a mi amiga de Facebook, la cumpleañera Constanza Capdevila, periodista, ¡y que Pegasus se entere!