CHICAGO, AÑO 2026. Una invasión alienígena ha dejado las ciudades en estado de sitio, con las autoridades rendidas y colaborando con las fuerzas invasoras. Bajo estricta vigilancia, una pequeña célula empieza a tramar un ataque que "encenderá el fuego" de la revolución. Sin el presupuesto para ser una película de destrucción global, el director Rupert Wyatt ("El planeta de los simios (r) evolución", 2011) construye un thriller muy serio y complejo, que tiene más de película de Paul Greengrass que de espectáculo palomitero. Sin humor ni mucha secuencia de efectos visuales, conocemos a los habitantes de este mundo diezmado, y cómo opera el pequeñísimo grupo que está tratando de empezar un contraataque. Con quizá demasiados detalles que jamás llegan a ser de utilidad a la historia, la construcción fría y metódica del complot terrícola puede espantar a quienes busquen las emociones fuertes propias de este tipo de historia, pero las actuaciones (en especial John Goodman, en un papel que no le habíamos visto) y el novedoso pulso que el director le pone al asunto la elevan por sobre la media. Si es que puede tolerar una historia de invasión extraterrestre sin muchos, bueno, extraterrestres.
"Captive State". EE.UU., 2019. 109 minutos, mayores de 14.