LA VINOTECA, EGREGIA TIENDA CAPITALINA DE VINOS, instaló, hace algún tiempo, un "bar de tapas/restorán" que hemos visitado y que nos ha parecido muy, muy interesante. Parece que la idea original fue proveer de municiones de boca apropiadas para el consumo inteligente de los muchos y buenos vinos que ahí se expenden; pero el local se ha convertido en un restorán cuya carta, aunque breve, es de calidad.
Por el lado de las tapas, encontrará Usía una buena cantidad de tablas y otras formas de picoteos, que se han enriquecido con unos "sartenes para compartir", idea novedosa e ingeniosa, que introduce una variación en la oferta ya común, y algo monótona, de picadillos y trocitos y aceitunitas y almendritas.
En los platos propiamente tales hemos encontrado una oferta que, como decíamos, es breve pero buena, como lo demuestra el tártaro de filete ($6.800) con que partimos la exploración: carne adecuadamente picada, muy bien aliñada, con una yema cruda al medio y una variedad de aditamentos laterales para completar el aderezo a gusto. Quizá faltó proveer al comensal de unas tostadas de pan. Al estilo de la que servía de base a una excelente tartine de langostinos y camarones ($7.900), cubierta por rebanadas de palta, con salsa tártara bien hecha y coronada por camarones cocidos y un par de langostinos fritos. Con su toque de jengibre, resultó ser una estupenda, una doña entrada.
El local dispone, adelante, de una terraza de buen tamaño, con mesas al aire libre, y hacia adentro hay mesas contra las paredes en un espacio cómodo y agradablemente decorado, con una larga barra en el costado opuesto. Buen ambiente, con algo de ruido, pero no molesto.
Por lo que nos fuimos con los fondos. Probamos un paillard de filete ($12.900) que, nos explicaron, era "un trozo largo y delgado de filete" con salsa bearnesa y hortalizas grilladas, que empiezan a parecernos un recurso algo cansador y aburrido (pedimos que las cambiaran por unas "papas rotas", es decir, cocidas y luego doradas, con un toque de perejil y ajo). Advertimos a la señorita que queríamos una cantidad decente de bearnesa, y el plato llegó adecuadamente provisto de esta. Ahora, el trozo de carne no era, claramente, filete, por muy bien y agradablemente frito que estuviera. ¿Para qué comprometerse con el "filete" si hay otras carnes, tan buenas o mejores, que sirven al efecto? Punto en contra, aquí.
Y probamos también un ojo de bife ($14.900) con salsa de malbec y papas rotas: ¿por qué la cicatería con la salsa, que estaba buena, pero de la cual no había más que una cucharada escasa? Bien el punto de la carne, pero la falta de salsa jugó en contra.
La carta de vinos y la asesoría correspondiente fueron, como era de esperarse, estupendas. Igual asesoría para la tabla de quesos franceses, buenísimos.
Nueva Costanera 3955, 22593 6290.