CERO PARAFERNALIA Y HARTO SABOR. Años atrás, la esquina de Larraín con Javiera Carrera, en La Reina, hospedaba a la Pizzería Roma. Ahora se encuentran en la misma Larraín, casi con Tobalaba, con la clásica estética sencilla y -buen cambio- estacionamientos propios. La atención es igual de diligente, la oferta sigue justa y los precios, considerando el tamaño de sus pizzas individuales, no dejan de ser convenientes. La masa a la piedra que los ha hecho célebres, aparte de su formato rectangular en algunas de sus variantes, se mantiene idéntica: maravillosa, planita, semicrujiente.
Mesas sencillas, servilletas de papel, cortinas a cuadrillé y la mentada pizza. Con lo justo de salsa, lo preciso de queso, como para largarse con una de las más baratas y ricas: de pura cebolla ($5.800). El tamaño individual es como para una persona y media, hay que consignarlo. Y, por lo mismo, otra cosa: los postres están igual de bien hechos, por lo que el cálculo, como para llegar hasta lo dulce, recomienda privarse de algún picoteo de los ofertados.
Para darse un minipaseo en su carta, recomendable también es la verdíssima ($6.800), con espárragos, alcachofa y harta rúcula fresca. Más heterodoxa es la Cristóbal ($6.300), con vienesa de pavo y aceitunas, combinación que funciona mejor que lo que suena. También fue el turno de un calzone ($6.000), pizza doblada como empanada, en este caso rellena de harto queso y jamón, especial para el poco experimentador de la mesa (que nunca falta). Hay uno relleno de cuatro quesos que quedará para la próxima.
De los postres, nada mejor que conservar la rutina cuando esta funciona. Perfecta la panacota ($3.100) que es como debe ser: ligeramente desabrida -que no es crítica, ojo-, con una relajante salsa de berries para compensar. Igual de impecable el tiramisú ($3.300), con el amargor obligado del café. Ambos servidos, como ha sido siempre en este lugar, en un pote plástico transparente. ¿Será uno el que, tras probar durante dos décadas las pizzas de este sitio, se ha vuelto más mañoso y preferiría un platito, por ser?
En fin. Que se trata de un lugar sencillo donde, durante años, ha sido el sabor lo que más vale.
Avenida Larraín 6738. 2 2226 1752.