U na forma de desarrollar en los niños el mejor conocimiento de sí mismos y de lo que quieren lograr, es definir los propósitos y las metas cuando comienza un nuevo año escolar, junto a los sueños y rutinas que van a vivir y lograr aprender. No solo los niños deben pensar cómo conseguir ciertos objetivos; también sus padres y profesores necesitan reflexionar sobre cuál es la mejor forma de acompañar a los hijos en su vida escolar y conectarse con lo que ellos quieren lograr.
Para eso es necesario tener no solo una reducida visión academicista, sino una más amplia de lo que significa un año escolar. Por cierto que hay logros académicos y dentro de ellos lo más significativo no son solo los contenidos, sino conseguir que realmente disfruten y valoren el aprender. Pero hay propósitos tan importantes como los académicos, como son los objetivos personales que se relacionan con su crecimiento. Una formación integral supone, entre otros objetivos, aprender a convivir con otros y tejer vínculos que los ayuden a construir amistades verdaderas.
También supone prestar atención en cómo se desenvuelven para la resolución de conflictos y cómo van afirmándose en desarrollar sus fortalezas para aprender a enfrentar con fe en sí mismo los obstáculos que les toca superar.
A veces se piensa que los propósitos de los niños se relacionan solo con obligaciones y no es bueno que sea así. Estos son más motivadores cuando se relacionan con una invitación a soñar con lo que se quiera que suceda y sentir que eligen lo que van a ser, de tal modo que sientan que están a cargo de su existencia.
Aunque parezca muy obvio decirlo, los padres son los adultos a cargo y por lo tanto su presencia es indispensable, lo cual debe ir evolucionando año a año en la medida que los niños van creciendo. Para ello, deben actuar con justicia y moderación, estableciendo un diálogo en que se validen sus aspiraciones y sueños.
Es necesario la creación de un clima familiar favorable al aprendizaje, en que los niños se sientan competentes y reconocidos. Los padres deben ser capaces de percibir los cambios que van experimentando sus hijos y ajustarse a ellos, lo cual va a ayudarlos a fijarse propósitos realistas y a perseverar en conseguirlos.