El caso Frei tiene muchos actores. Comencemos por unos que quizá han sido poco considerados. Todos conocemos a democratacristianos y gente de izquierda que están convencidos de que el fallo del juez Madrid no consiguió acreditar la comisión de un homicidio. No falta la figura política de izquierda que se ha tenido que morder la lengua ante los periodistas, porque está convencida de que la DC se ha subido a este carro para equiparar a Frei Montalva con Salvador Allende. Es decir, esperan alcanzar el martirio del expresidente por sentencia judicial.
Entre esos escépticos hay médicos y abogados. Unos piensan que en este caso -a lo más- podría existir una negligencia médica, y ni siquiera eso, porque el equipo del Dr. Silva, llamado por la familia, intentó hacer un salvataje cuando las cosas ya estaban muy mal. Los juristas tienen sus propias objeciones. A diferencia de algún miembro de la familia que piensa que las 800 páginas y los 19 años de investigación son un signo de seriedad, aquí podría aplicarse un viejo dicho: "la montaña parió un ratón". ¿Tanto tiempo y tantas páginas para eso?
Los DC e izquierdistas que mantienen esta opinión crítica distinta de los Frei se dan perfecta cuenta de que una clara intervención suya en los medios ayudaría a que esos inocentes no sean condenados por la opinión pública. De hecho, según la encuesta Cadem, el 62% de los chilenos cree que Frei fue asesinado. Y como no hay víctima de homicidio sin autores, eso significa que, para la mayoría de los chilenos, los doctores Silva, Rosenberg y otros son unos criminales. Ahora bien, esos escépticos están convencidos de que esa idea es falsa, y que tampoco basta con esperar que los tribunales superiores anulen el fallo, porque nuestra historia muestra que los tribunales son sensibles a las presiones y no siempre han cumplido con su deber.
En este contexto, se plantea un dilema ético: ¿están obligados a hacer oír su voz? Ellos entienden que los costos de disentir son muy altos. En el caso de los políticos de izquierda, enemistarse con la DC por proteger a una gente políticamente irrelevante parece beneficiar al Gobierno. Por su parte, para los DC la situación es todavía más angustiosa. El clan de los Frei es el más importante en esa familia política y han sido muy claros en su postura: "el que no está conmigo está contra mí", una frase que hasta ahora los cristianos pensábamos que, para pedir una adhesión tan incondicional, había que tener la autoridad moral de Jesucristo, su autor.
Las personas en cuestión están en una disyuntiva: "¿hablo o no hablo?". Dicen: "yo no he condenado a inocentes, simplemente me he abstenido de decir públicamente lo que pienso". Miran para otro lado, cambian de tema o señalan con resignación: "No me pidan eso". Otro tanto vale para los juristas que prefieren no publicar análisis académicos del fallo y dejan a la judicatura sin orientación.
Razones no les faltan a esos silentes. Por lo mismo, no es cuestión de acusarlos de cobardes de buenas a primeras. Admito la posibilidad excepcional de que alguien, después de un estudio a fondo del asunto, decida en conciencia permanecer callado. Ahora bien, aunque en ciertos casos podría ser lícito callar, yo solo pido una cosa a tales personas, si no quieren ser condenadas por sus propias palabras: nunca más hablen de "cómplices pasivos de la dictadura" ni de nada semejante.
Aparte del juez Madrid, otro actor relevante es la familia Frei. Nadie les exige imitar a la familia Luchsinger (que sí tiene plena seguridad del asesinato de sus padres). Únicamente esperamos de ellos una actitud mínimamente ecuánime, no sólo respecto de los imputados -pues podrían estar condenando a gente cuyo pecado habría sido el intentar por todos los medios salvar la vida de su padre-, sino también respecto de la Universidad Católica. Esta semana, el argumento de un nieto, venía a decir: resulta claro que la Universidad no colabora, porque no reconoce que algunos de sus profesores son unos asesinos y no los desvincula de inmediato. ¿Pero no es eso precisamente lo que debemos discutir? ¿Puede la Universidad tomar una decisión semejante mientras subsistan tantas dudas y haya recursos pendientes? No me imagino a Frei Montalva razonando de esa manera. Además, como decía un destacado profesor a sus alumnos, un fallo de primera instancia es un simple "téngase presente", pues las cortes de apelaciones pueden hacer una completa revisión de los hechos y el derecho aplicable al caso. Después de 19 años el asunto está recién empezando.
Sin embargo, parece que todo eso no les basta. Ahora acuden al Papa para que investigue a la UC. Aprecio mucho a Francisco, pero no sabía que era poseedor de tales poderes mentales como para -sin saber nada de anatomía patológica- determinar lo que sucedió en una sala de operaciones de un hospital santiaguino hace varias décadas y, en virtud de eso, castigar a las autoridades de esa universidad.