BRUNAPOLI DE NUEVA COSTANERA ESTÁ DE MODA. No se confíe, Usía, en que, por ser febrero, va a encontrar mesa fácilmente: reserve y, en lo posible, en la terraza, sobre todo a la hora de comida: adentro, el local, aunque alto, es caluroso y oscuro (ideal para que se multipliquen no las bacterias, sino los desagrados) y, sobre todo, llega una especie de DJ que comienza, como a las 10:00 pm, a atronar su horrísono "pompom" que, sumado a la turbamulta de ruidosos comensales, hacen cualquier cosa que no sea mascar (conversar, por ejemplo) absolutamente imposible. Dando gracias por haber terminado de comer justo a tiempo, nos dimos a la huida. Al salir por la terraza, envidiamos la tranquilidad y frescor en que comía esa buena gente. Buena mesa y ruido son incompatibles. Además, ¿cómo es posible que el noventa y más por ciento de las mesas estén reservadas y que haya solo tres o cuatro, mal ubicadas, disponibles para quien simplemente llega guiado por la inspiración?
Como el agrado de salir a comer se compone de una larga serie de elementos, saque Usía conclusiones de lo que acabamos de decir. Y sáquenla también los propietarios y administradores de este local, si lo tienen a bien... Al menos para poner buenos ventiladores adentro.
En cuanto a los condumios, advertimos un avance respecto del local de La Dehesa, donde hace algún tiempo tuvimos experiencias menos que satisfactorias. Aquí impresiona, al entrar, un enorme horno italiano cuyo protagonismo fue materia de una entrevista de prensa hace un tiempo. Dato para tomar en cuenta al momento de pedir, porque las pizzas son las grandes beneficiarias de ese aparato. Pero no tanto como para evitar que la masa de nuestra pizza "bufalina" ($12.500) se pusiera notabilísimamente latiguda a medio camino del consumo. Una pena.
En cambio, las croquetitas de arroz rellenas (arancini) con funghi porcini más aceite de trufa blanca fueron una delicia ($7.100 las tres bolas). Y el fritto misto di mare ($10.900), en porción apropiada para el picoteo de dos, resultó muy competente (camarones y aros de calamar): friturita crujiente y bien seca.
El atún (tonno scotatto), cubierto con la consabida capa de semillas, con mucho ajonjolí, hubiera estado muchísimo mejor sin ella: llegó bien cocido (apenas sellado por fuera), con su ensaladita abundante, que se agradece ($13.900). Simplifiquen el pescado, caramba.
Y, con lo que nos gustan los choritos, nos fuimos inmediatamente a un plato que los traía: paccheri e cozze ($9.500). La pasta (paccheri) es inusual en esta plaza (especie de tubos grandes y más bien cortos), y aunque estuvo bien cocida, no nos pareció el complemento más adecuado para la sopa de choritos en que consiste el plato, que es, por lo demás, muy rico.
Postre: un semifreddo de queso crema con frutos rojos, cuya base ("artesanal") fue poco sutil ($4.200).
Nueva Costanera 3961, 2 3224 4988.