HACE MUCHOS AÑOS LA EMBAJADA DE TAILANDIA OFRECÍA CLASES DE COCINA. Y uno, entonces, iba con su libretita a tomar nota. Precisamente, en una de estas maravillosas experiencias se mostró el cómo hacer the real pad thai, un plato emblema de su gastronomía. Lo raro, para el ignorante, fue que este revoltijo alucinante de fideos de arroz agridulce lo coronaban con ciboulette picado. Consultada la señora diplomática/cocinera sobre por qué en todos los restaurantes thai de Santiago se utilizaba, en cambio, la albahaca, la respuesta fue un escueto: "Nosotros tailandeses".
Toda esta retrolata es para explicar el calibre de la sorpresa al comer, por vez primera, un pad thai al estilo diplomático. Y esto ocurrió en el Amazing thai de Franklin, que hay que buscar al fondo de los locales en la esquina de San Isidro con Bío Bío. En un concurrido patio de comidas, con harto calor y atendidos con mucha gentileza (considerando que les falta personal para la cantidad de mesas). Esto se traduciría en: servicio heroico, administración algo perdida. Lo otro es una recomendación extra para casi cualquier local de comidas del Persa: es mejor almorzar entre el mediodía y la una y media. Después, no digan que no fueron avisados.
Y ya. Aunque costó un poco que tomaran las órdenes, la cocina funcionó a buen ritmo. En menos de quince minutos llegaron dos platos para comenzar: los clásicos pinchos de pollo con harto maní molido encima, sategai ($5.900), y unos camarones fritos en un batido esponjoso -kung trod ($5.900)-, acompañados de una salsa picante/agridulce.
En mesa de formalita, con servilletas de papel y bebidas en lata (bien frías).
Luego fue el turno de los fondos que, considerando el montón de público, también llegaron en un tiempo prudente. Primero, el bendito y siempre bien ponderado pad thai ($5.900), con abundante diente de dragón, harto tofu, pollo y huevo, maravilloso (y no es picante, ojo). Al mismo tiempo, una variante de este plato, el pad thai kati ($6.500), en el que se sintió una acentuada nota de leche de coco, lo que lo hizo más suave. Debatible el tema, porque este comodín asiático todo lo arregla, pero también resta intensidad. Rico igual, para el registro, pero más ñoñito. Y si la idea era pedir algo más intenso, así fue un curry massaman ($5.900), que llegó con su arroz blanco para compensar el picor, y que se puede pedir con distintas proteínas -pollo o camarón- para acompañar las papas de rigor en esta receta.
Hay otros currys, más picantes aún, aparte de algún arroz salteado (el khawpad kung). También cuentan con preparaciones para amigos de los animales. Variados e informales, cuentan con una buena mano muy fiel. O sea, el pad thai lo hacen con ciboulette, para que no vayan a alegar (qué vergüenza la del ignorante).
San Isidro 2208, local 3. 2 3229 4197.