Hay una tendencia a idealizar las vacaciones por la disminución de exigencias externas y la sensación de tener más tiempo libre. Esta creencia, que es muy verdadera para niños y adolescentes, no es tan cierta para los padres. No hay que llevarlos al colegio, no tienen que hacer tareas ni preparar pruebas y tampoco tienen que asistir a actividades extraprogramáticas. Sin embargo, es necesario organizar nuevas rutinas que se adapten a las necesidades de los niños y de los padres, lo cual es bastante complejo para las madres que trabajan.
En esta reorganización de las agendas, con frecuencia surgen conflictos para llegar a acuerdo con relación a los horarios y acerca de cómo utilizar el tiempo libre. Los niños se quejan de estar aburridos y lo único que parece entretenerlos son las pantallas, especialmente el celular y el computador, con lo que se reactiva el conflictivo tema de los límites necesarios para el uso de las tecnologías.
También constituyen un problema las peleas entre los hermanos, que tienen que compartir durante más horas los espacios, los juguetes, y en la situación opuesta los hijos únicos, el aislamiento. Se hace necesario, entonces, desarrollar la creatividad y activar redes para que las vacaciones sean una experiencia positiva.
Los talleres de verano pueden ser una solución, así como organizar panoramas conjuntos con familiares y amigos que están en situaciones similares. Por ejemplo, planificar una salida interesante a mitad de semana con otras personas para que los niños se junten.
Siempre es aconsejable aprovechar el tiempo libre de los niños para que lean. Otras actividades pueden ser ir a turistear por su ciudad o los alrededores. Con los adolescentes la tarea es más compleja y las decisiones debieran ser consensuadas. Lo mismo ocurre cuando haya que establecer límites.
La importancia de las actividades recreativas en vacaciones ha sido destacada en un estudio de la Universidad John Hopkins, que demuestra que los niños que tienen "un verano activo", tienen un mejor rendimiento escolar que aquellos que se quedan pegados a las pantallas, teniendo "un verano pasivo".