En el último trimestre y la cercanía de fin de año, las exigencias aumentan para estudiantes, padres y profesores, y éstas suelen llevar a la autoevaluación y a una sensación de estar sobreexigido. Es un período muy estresante, particularmente para quienes durante el año han tenido un rendimiento insuficiente o irregular.
El estrés desregula a los alumnos a niveles que pueden ser peligrosos, tanto para los niños como para los padres. Es importante recordar que los niños necesitan apoyo y contención, y que detrás de actitudes autoafirmativas, provocadoras y de una aparente displicencia, se oculta muchas veces una alta vulnerabilidad, que puede llevarlos a realizar conductas riesgosas y autodestructivas.
Ante el aumento de las exigencias escolares y el temor al fracaso, Noemí, una alumna de tercero medio, con una historia escolar marcada por fracasos y dificultades para aprender, así como dificultades de conducta, hizo un cuadro depresivo ansioso. La ansiedad obstaculizó aún más su capacidad de concentración y empeoró su rendimiento. Su temor a repetir afectó negativamente su autoestima intelectual y académica, lo que, sumado al miedo a la reacción de sus padres, gatilló en ella un cuadro de ideación suicida que hizo necesaria su internación. Ella superó esta crisis gracias al apoyo de su familia y del colegio, que a través del sistema de evaluación diferenciada hizo posible su promoción al curso siguiente.
Noemí recuerda con agradecimiento a quienes estuvieron a su lado y creyeron en ella, especialmente a la profesora jefe que monitoreó el proceso con los otros docentes, con los padres y con el equipo profesional que la atendía. "Si bien fue una experiencia terrible, la ayuda que recibí y la compañía de mi familia me hizo sentir querida y sentí muy fuerte que le importaba a mucha gente, y esto produjo un cambio en mí. Sentí que debía responder a la confianza".
Las experiencias límites pueden ayudar a los niños si ellos cuentan con la contención necesaria para cambiar y modificar rumbos. Para Noemí experimentar el amor incondicional de sus padres fue una experiencia emocional correctora que marcó y cambió su trayectoria vital. De hecho, al año siguiente mejoró significativamente su rendimiento, su estabilidad emocional y la relación con sus compañeros.