HAY UN LUGAR PARA CADA DEMANDA. SI LA IDEA ES DARLE CURSO A LA SALIDA DEL MES, en plan deco y muy fresa (algo "cuicón", en mexicano), El zócalo no le conviene. En cambio, si valora la sencillez, el sabor con mucha fidelidad, el buen tamaño de las porciones y las tortillas de maíz de verdad, más pequeñas y de un sabor inconfundible, este es su lugar. En Providencia, casi al frente del Liceo 7, se ha instalado este local de comida mexicana nacido en San Salvador. Y contra cualquier prejuicio injusto por su origen, cumplen harto bien con la paleta de sabores que ofrecen.
Dos pantallas de televisión y el ruido de la juguera no ayudan mucho en materia de ambiente, pero la atención rápida y muy atenta sí. Lo mismo que los totopos de entrada, esos chips de tortilla que son de "a de veras", no esas mugres en extremo saladas que llevarán al infarto a toda una generación.
Para partir, dos sopas. Una de tortilla servida en una especie de bol comestible de masa frita ($4.500), sabrosa, llena de trocitos de queso -igual mucho-, la mentada tortilla y harto cilantro. Para alguien en plan cuidadoso de la figura (no es el caso), bastaría y sobraría. A la par, unos porotos negros caldosos con abundante tocino (frijoles borrachos, $4.500) y unas tortillas de comparsa. Dos pesos pesados de entrada.
De fondos, para otra ocasión quedarán unas tortas -sánguches mexicanos- que se veían pasar entre las mesas, mayúsculas de formato.
Y hay más. De entre una variedad de platos inencontrables en los mexicanos de mentirita -ay, buenísimos sus tacos ahogados, semihundidos en salsa picante-, hay varios para compartir. Pero como el estómago es un espacio vacío hasta que se llena, se optó por dos formatos individuales. Primero, unas tostadas ($6.990), en su tortilla durita, con puré de porotos, harta lechuga -una montaña-, crema agria y, en este caso, pollo en hebras. Un plato fresco de la culinaria azteca, a diferencia de la chimichanga ($6.990, un favorito -por como suena- de Deadpool, dato pop), que es una tortilla de trigo de las burreras -llamadas también, qué feo nombre, sobaqueras- rellena, doblada en forma de rectángulo y frita. Es más usual que la carne de relleno venga deshebrada, pero en este caso venía en picadillo con abundante queso derretido. Bien igual.
Para acompañar una fresquísima agua de Jamaica (que es una variedad comestible de hibisco, $2.300) y las ganas de probar un postre singular que no tenían, los chongos.
Un dato anexo, como para el preadulto de la casa: tienen promociones de tacos a mil pesos. ¿Cuándo? A buscar en sus redes sociales no más.
Providencia 1941, 2 32836772.