SE TRATA DE UNA PARADOJA, PERO HABRÁ QUE ASUMIRLA para decir lo que queremos: Le pain quotidien, panadería belga de fama internacional, está representada en Santiago en diversos lugares en que se produce un pan de gran calidad. El ser una "franquicia", como le llaman ahora, la transforma en una manifestación de una realidad "globalizada", pero su producción de panes de excelente calidad, de calidad artesanal, hace de ella una realidad "localizada", o sea, propia de un barrio, de un pueblito. Es un fenómeno que empieza a hacerse común entre nosotros, bendito sea: aparecen panaderías de producción no masificada, realmente artesanal por el cuidado que se pone en el trabajo y por el ámbito restringido en que son conocidas. Hemos comentado aquí sobre varias de ellas en diversos barrios capitalinos. Ojalá que se multipliquen en su pequeñez, en su carácter casi doméstico: "small is beautiful", como decían los "lanas" de hace 50 años.
Lo que hemos catado en Le pain quotidien es de excelente calidad. En primer lugar habrá que destacar su baguette, que es la mejor que hemos comido en Santiago (aunque en Francia las hay superiores): crujiente y durita por fuera, con poca miga por dentro, y de buen tamaño ($1.500). Muy bueno también es su croissant ($1.000), y la brioche ($1.000) es de las mejores de esta plaza (aunque a nosotros, quizá, nos gusta un poco más "huevosita"): un pan fino, tan fino que con mantequilla es una pequeña fiesta.
De excelente factura son las masas de hojaldre: hemos probado un rollo de canela y otro de pasas ($1.500) que están entre los mejores que se ofrecen en esta ciudad. Y por la misma línea va el croissant de almendras ($1.500). Habrá quien prefiera sus rollos de canela más canelosos; pero a nosotros nos pareció que la mesura del aroma del que probamos lo hacía perfecto.
Hay una buena variedad de panes de masa madre, de los cuales existe una versión en pequeño (los panes en versión grande son, en verdad, bien grandes). Probamos un pan blanco muy bueno, con su superficie crujiente, bien dorada; uno de harina integral notablemente refinado (por lo general, estos panes suelen ser pesados, abotagantes; pero no este). Y un delicioso pan de varios cereales con el agregado de pasas grandes y bien perceptibles, que le dan un agradable pero no excesivo dulzor.
De la pastelería catamos un éclair de vainilla con cubierta de chocolate ($2.800) cuya crema pastelera es fuera de lo común: una delicia de sencillez y perfección. Y nos aventuramos con un queque de plátano vegano, a pesar de que no padecemos de veganismo, que resultó ser, como era de esperarse de algo que lleva esa fruta, muy bueno, y muy bien especiado, además. La tarta de manzana, en cambio, adoleció de un exceso de esencia de almendras.
Balance: excelente panadería.
Av. Kennedy 5413 local 364-b, Parque Arauco