LOS RESTAURANTES TAN MULTIDECORADOS PUEDEN DESPERTAR ALGUNA DESCONFIANZA atávica y poco racional. Como la de sentirse candidatos a víctima, atraídos por el colorido atractivo de una flor carnívora. ¿Es sana esta disquisición? Tal vez en plena selva virgen, pero en este restaurante del Alto Las Condes, no. Porque a veces una dosis de folclorismo visual, en este caso costero/porteño, no viene mal. Porque si los "marineros" que atienden lo hacen bien, como fue este el caso, resulta hasta amable el pintoresquismo. Que tampoco hay que ser tan graves, vaya.
En Puerto del Alto, por si a alguien pudiera caberle alguna duda, apuestan por lo marino y lo chileno (eso sí ¿quién le dice "copitos de nieve" a la leche nevada? A lo más "islas flotantes"). Su oferta de otros pescados (al fin, porque la reineta es como el chardonnay fue a los vinos: basta ya) es atractiva. Consultado el marinero, había de todo. Entonces, se partió con unos camarones a la plancha ($9.900), con sus cabecitas (sorbetearlas es casi un placer zombi). Bien hechos y aliñados, pero con su carne no tan firme. O sea, de una frescura decente. Aparte, se les recomienda que pongan un aguamanil, para poder comerlos con las manos.
De segundos, una trucha enterita ($10.900) rellena con papas nativas en rodajas y, una muy buena idea: kale, ese súper vegetal que baja la glicemia y que puro le falta curar el cáncer. El otro plato estaba rico, pero quedó al debe en chilenidad. Porque a ese curanto en olla, el pulmay ($10.900), no se le notaba el toque de vino que es justo y necesario. Y pese a tener la nota ahumada, el trozo de costillar que venía no lo estaba. En materia de conchas, bien, lo mismo que con el recurrente tuto de pollo.
Ya en los postres, dos chanchadas en regla. Otra buena idea fue la de rellenar panqueques con manjar y murtilla ($3.900), la que aporta una nota aromática y elegante a lo dulce y viscoso. A la par, un cheesecake de queso de cabra ($3.900) servido en formato frasco. Bonito para el Instagram, pero se pierde la gracia de la masa de este postre. Entonces, mejor el tradicionalismo, señores.
En fin. Entre el babor de la fineza y el estribor de lo llenador, Puerto del Alto camina en la mitad. Y lo hace atendiendo muy bien, con un restaurante repleto en fin de semana. Aplauso para el almirantazgo y la tripulación.
Mirador del Alto, local 3235, 2 2656 7012.