Especialmente en invierno, la lectura es un viaje que nos lleva por caminos insospechados y a cada lector por rumbos diferentes. Al leer un libro se gatillan ideas, fantasías y recuerdos que tienen que ver con su particular manera de ser, con vivencias en relación al tema, con su biografía y con las posibilidades que se plantean hacia el futuro.
La lectura es siempre un diálogo entre el lector y el texto y dependiendo de la naturaleza de lo que se lee, un modo de contacto consigo mismo y de autoconocimiento. Junto con interiorizarse del contenido del texto, hay un descubrimiento de sí mismo y un desarrollo de competencias emocionales y lingüísticas.
Además, la lectura permite descubrir mundos nuevos al que lee, lenguajes más amplios y diferentes, organización del discurso, aventurar interpretaciones, atar cabos y plantearse hipótesis o preguntas sobre significados que antes eran desconocidos para el lector. Un libro nos pone en un escenario único y nos deja entrar a él, introduciendo en cada página elementos que enriquecen el mundo interno y que nos desafían a comprender lo que allí sucede. Además, sirve para alejarnos por un momento del aquí y ahora.
La lectura abre las puertas de la imaginación en la medida que nos acerca a mundos y experiencias que no nos son familiares. En ese sentido, impulsa la creatividad y nutre las experiencias narrativas personales.
Uno de los elementos más enriquecedores de las lecturas son los personajes y los diálogos existentes entre ellos. Pensemos, por ejemplo, en el diálogo del Principito con los diferentes habitantes de los planetas y con el zorro. Sus contenidos han marcado a generaciones en relación a la amistad y a cómo se crean los vínculos afectivos.
La construcción de un cerebro lector se logra a través de la práctica frecuente de la lectura en los primeros años. La forma de contar los cuentos tiene un impacto diferente en el cerebro de los niños. El pediatra americano John Hutton estudió a través de resonancia magnética la activación de redes neuronales y las conexiones entre ellas, de acuerdo a si las narraciones eran hechas con audio, animación y a través de páginas ilustradas con una voz en off . La mejor opción es que los padres cuenten a sus hijos historias, a partir de ilustraciones, en los primeros años de vida; todas ellas formarán a un buen lector.