La lectura de los
Diarios completos de Sylvia Plath es conmovedora e intelectualmente apabullante por numerosas razones. Por de pronto, debe señalarse que la poeta y escritora norteamericana lleva a cabo, de modo programático, un ejercicio inusual de franqueza. En las distintas variantes de las escrituras acerca de sí mismo, paradójicamente, la sinceridad acerca de lo que se es no es lo habitual, no solo porque se da, a veces, una voluntad de engaño, de maquillaje, de falsificación deliberada, sino también porque, incluso buscando la franqueza, no se la encuentra porque no hay nada más escondido y difícil de expresar que lo que cada uno es y, sin darse cuenta, es fácil dejarse llevar por una tendencia instintiva a falsificar el propio pasado. El género del "diario" no escapa a ese sino de ocultamiento en sus distintos matices. En el diario de Sylvia Plath -que cubre un período que va desde 1950 a 1962- hay, por el contrario, un permanente escrutinio acerca de su identidad personal, de la libertad para llegar a ser lo que se es, para definir una personalidad y visión propios frente a las restricciones familiares y culturales, descartando lo que a estas pertenece de lo que, en apariencia, es el yo. Su lucidez -la capacidad crítica para desmontar los mecanismos de defensa y las categorías ilusorias- es estremecedora: Plath no admite ningún elemento que pueda amortiguar la crueldad de lo real.
Los diarios de Plath, que suman en esta estupenda edición más de mil apretadas páginas, se refieren a múltiples temas, pero en lo esencial son el registro delicado, sensible, inteligente y en extremo autoconsciente de la formación, tribulaciones y alegrías de un creador, en concreto, de un poeta y narrador. La escritura, la forma en que se genera, las fuentes desde las cuales surge, el lugar que ocupa en su vida y la tensión que se establece con ella, la posición que ocupa su escritura frente a la tradición literaria, el papel de la experiencia y la imaginación en la creación son los temas centrales y recurrentes de estos diarios. En este orden de cosas es difícil encontrar otros testimonios del valor que estos diarios tienen para aproximarse a la intimidad creativa de un escritor. Quizás, con el ánimo de establecer un símil posible, es preciso colocarlos al nivel de El oficio de vivir , los tremendos diarios de Cesare Pavese.
Por cierto que no se tratan, al igual que aquellos, en modo alguno, de especulaciones intelectuales respecto del oficio poético y creativo, sino un texto donde las peripecias de la artista se hallan radicalmente encarnadas, intrincadas sus dudas y logros en la creación poética con la materia cotidiana y concreta de su vida, imaginación creadora y cuerpo y conciencia uno solo, donde la soledad y la búsqueda del amor son los dos polos en que su poesía se hunde, cala y se desgarra.
Los diarios adoptan en su conjunto la forma tentativa de una autobiografía, con un ritmo y estructura nítidamente narrativos. Las entradas del diario son coordenadas cronológicas que rara vez dan lugar a una notación breve, puntual y fragmentaria, sino que son relatos, historias breves o extensas, muy bien urdidas, apelando a todos los recursos narrativos propios de una novela o cuento cuidadosamente trabajados.
El conjunto de los diarios es un atestado sobrecogedor de un mundo interior desplegándose desde la adolescencia a la madurez, siguiendo los intensos altibajos anímicos de una mujer de una sensibilidad casi patológica y con un talento expresivo fuera de lo común. El diario, de un lado, pone en evidencia las singularidades de la psicología femenina y las limitaciones de una mujer de su talento para abrirse un espacio y ascender en un universo cultural masculino y es un modelo de escritura femenina expresiva e inteligente a la vez. Pero, del otro, estas páginas dan cuenta de los conflictos y perplejidades, que más allá de los géneros, debe enfrentar un individuo cualquiera que recorre el camino de la escritura y la creación y, por ende, que hombre y mujer son otros, diversos, pero también son el mismo.
Sylvia Plath dedica un espacio importante a explicar la génesis de algunos cuentos, los distintos proyectos de novela, las narraciones que va elaborando a medida que los días pasan y que va injertando en los propios diarios. La intensidad expresiva, la calidad del lenguaje, la búsqueda de la concreción y la síntesis, de lo universal en la singularidad material, le otorgan a sus narraciones una nítida cualidad poética, poniendo en evidencia que los límites entre ficción y no ficción, entre poesía y prosa, resultan artificiales y casi pueriles.
No cabe sino agradecer a las Ediciones de la Universidad Diego Portales y a la editora, Karen V. Kukil, por la prolija publicación de este desgarradamente bello monumento literario.