CUANDO EL MOZO de la Arrocería Cienfuegos pregunta "¿Ustedes saben que sus platos se demorarán unos 25 minutos?", la respuesta -obviamente- es "no". Porque esa información recién la entregan en ese momento, no antes. Ni siquiera lo dice en la carta. ¿Les cuesta mucho avisar? Entre eso y un inexistente teléfono para reservas (hay un celular en la nota de un medio digital, pero juraríamos que era del propietario) hay más de un problema de comunicación en este lugar. Los que se suman a declararse, vía relaciones públicas, como la primera arrocería de la capital. Era bien regular y ya se extinguió, pero Puerto Risotto en Vitacura llegó primero. Y si sumamos a esto que comunican con orgullo solo usar arroz bomba, el indicado para la paella, ¿no sería de poco especialistas el no recurrir a las históricas variedades carnaroli y arbóreo para los risottos de su carta?
Es mucho el ruido semántico que condimenta a esta experiencia, que deficiente no fue, pero a la que le faltan unos cuantos ajustes.
Tras enterarse de la demora inherente a los platos principales, hubo que pedir una entrada para compartir. Fue un cebiche mixto correcto, con pescado, camarón, pulpo, choclo y unos inéditos trozos de camote apachurrado. Bien de sazón, normalito y con poco picor.
Los fondos llegaron en el momento pronosticado. Hay que consignar que en la carta hay arroces salteados (supongamos que son más express ) y también otros caldosos. Primero arribó un risotto hecho con vino tinto y con lomo saltado ($15.900). Al dente y con demasiado líquido (debiera ser baboso), pero bien logrado en su heterodoxia (la carne blandísima). El otro arroz, también a la manera del cocinero, fue una paella de prieta, manzana y puerro ($14.900), en la que se notaba la prieta y de la manzana, nada. O sea, si no avisan, hubiera sido una mera "paella" de prieta, de la que venían unos trozos algo cargados a lo aceitoso. El mozo advirtió al momento de pedirlas, sin ni preguntarle, que se trataba de porciones individuales (podemos suponer que por el precio).
Como el tiempo se hizo forzadamente corto, no hubo posibilidad de postre. Y hubo que exigir la cuenta, porque no llegó con el vuelto. Mala cosa.
Aparte de otros descalces, como que para esos precios podrían -se sugiere- tener mejores servilletas, es el tema conceptual en el que debieran definirse mejor. O sea, ¿son un "restaurante español" como dice en su Facebook, o son expertos en arroz? Porque si esta última es su vocación declarada, por algo para cada receta existe su variedad tradicional. Por el tamaño del grano, por su almidón y hasta por su historia.
Av. Alonso de Córdova 3788, local 12, Vitacura. Reservas: 9 9792 8650.