GRACIAS AL CIELO tenemos en Santiago cada vez más brasseries y bistrós y menos restoranes. Para los gustos y estilo nacionales, es lo que mejor viene: comida simple, franca, ofrecida en un ambiente acogedor y sin innecesarias complicaciones.
Es lo que hemos encontrado en la brasserie del hotel Hyatt Centric. Decoración sencilla y de buen gusto, ubicación que los hados le conserven (Enrique Foster y Apoquindo), con frente a ambas calles, lo que proporciona movimiento y entretención a los comensales.
Están en marcha blanca, por lo que no aceptaron propina, pero salvo uno o dos pequeños detalles del servicio (nos trajeron los fondos sin haber retirado del todo la parafernalia de la entrada), que ciertamente mejorarán con un par de semanas, hemos almorzado a nuestra entera satisfacción unos platos bien pensados y bien ejecutados. Y del servicio hay que decir, además, que, no obstante estar lleno el lugar a la hora que fuimos, fue rápido, amable y eficiente.
El sistema es el siguiente: por un precio de $16.000, uno puede ordenar una entrada, un fondo y un postre, de una carta relativamente breve en que hay más que suficientes alternativas. El precio es menor si uno omite la entrada u otras partes del menú.
Partimos con una tabla de pato en diversas presentaciones que nos pareció muy buena para compartir o, si uno va con hambre, para comerla solo: trozos de confit de pato, varias tajadas de magret hecho a la perfección y una delicia que cuesta encontrar en Santiago: rebanadas de contre de pato cocidas, blandas y tibias. La chilenidad llena de remilgos no ha descubierto todavía esta menudencia, que suele ser frecuente en restoranes franceses. En vez de la prometida terrina de foie-gras, nos trajeron más confit; nada que lamentar (la terrina de foie no es favorita nuestra).
Los dos fondos estuvieron muy bien. Un chupe de jaibas muy jaibón, con la cantidad justa de queso, bien gratinada, y un asado de tira deshuesado (buena idea), con su salsa reducida, con la consistencia de una rica sauce espagnole o demiglace, y un simple y estupendo puré de papas perfumado con ciboulette (decían que tenía un toque de emmenthal, que no encontramos y no nos hizo falta en absoluto): plato clásico, sin adornos ni chirimbolos ni manchitas de esto y lo otro ni semillas esparcidas por aquí y por allá. La carne, sabrosa y blanda (no cocida durante 47 horas ni sujeta a otras excentricidades). Ah, qué rico, y qué alivio.
Luego de una excelente tabla de quesos franceses (el brillat-savarin es fantástico, cremosísimo y suave, y el roquefort, buenísimo) los postres fueron también simples y perfectos: una mousse de mote con huesillos, plato inventado en Santiago hace unos veinte años que logró establecerse con éxito, y una perfecta crème bavaroise de lúcuma, presentada del modo más sencillo del mundo: felicitaciones al pastelero.
Hotel Hyatt Centric. Enrique Foster Norte 30, Las Condes. 2 2892 1250.