Una creencia errónea lleva a pensar que educar es corregir más que desarrollar potencialidades. Debemos educar a los niños y niñas mirando quiénes realmente son, lo que les interesa y motiva, en lugar de intentar transformarlos en quiénes nos gustaría que fueran, o incentivar más aquello que no les interesa que aquello que les apasiona.
El enfoque de las inteligencias múltiples que aportó Howard Gardner a la educación proporcionó un sólido marco teórico a un enfoque centrado en educar, basándose en las fortalezas de cada niño más que en compensar y cambiar aspectos que aparecen como deficitarios. Gardner plantea un paradigma en el cual se reconoce que no hay un solo tipo de inteligencia, sino que distintos tipos, alertando a los educadores a tomarlas en cuenta al momento de enseñar. Las inteligencias descritas por Gardner son: la lingüística; la intrapersonal; la interpersonal; la lógico-matemática; la musical; la corporal y kinestésica; la visual y espacial y la naturalista.
Si bien los niños necesitan desarrollar los diferentes tipos de inteligencia en alguna medida, a poco andar reconoceremos que algunas están más desarrolladas y que pareciera haber una predisposición genética de base. Intentar transformar a John Lennon en un deportista destacado sería tan complejo como transformar a Andre Agassi en un músico notable. Es bueno que todos los niños y niñas puedan hacer deporte y disfrutar de la música, pero es indispensable desarrollar entornos educativos que se focalicen en fortalecer aquellas áreas en las que manifiestan más aptitudes y mayores intereses, tomando en cuenta las diferencias individuales. Padres y educadores a veces parecemos más bien detectives de las deficiencias y limitaciones personales que detectores de habilidades que podrían ser la base desde la cual construir una identidad positiva. Buscamos uniformidad donde hay diversidad.
Cuando un niño tiene la suerte de encontrarse en ambientes familiares y escolares nutritivos, que resaltan sus fortalezas, planificando actividades en las que puede destacar y/o aportar, este se sentirá valorado y competente. Cuando se consideran los intereses del niño, sus relaciones con los demás mejoran significativamente. Sin duda, sentirse creativo es un ingrediente esencial para la autoestima.