En materia de restaurantes coreanos, hay para todos los gustos. Desde picadas semiocultas (hay uno en calle Río de Janeiro que hasta cuesta encontrar), pasando por el intermedio (Sukine, uno de los más sólidos/históricos) hasta el mantel algo más largo de The Gaon o el Biwón del hotel Stanford (que igual es un poquito desangelado por muy iluminado). En la franja del medio se encuentra el Dae Jang Kum, de calle Bombero Núñez. Sencillo y bien atendido, aunque con un severo problema de extracción de olores. Y considerando que buena parte de su carta se cocina en la misma mesa, digamos que esta fue una experiencia inolvidable, hasta la ducha.
De entrada, en el local hay una singularidad a destacar: acuarios en los que tanto locos como camarones esperan su turno para convertirse en fresquísimos sashimis. Eso ya justifica visita para quien encuentre que esto es un plus. Y lo es.
Pero en esta ocasión se optó por preparaciones para compartir. Llegó primero el banchán, una variedad de platitos con amenidades de la casa, entre las cuales está siempre el maravilloso y picante kimchi. Los palillos, de metal, como se estila en Corea (y que cuesta llegar a usarlos con eficiencia, vaya). Con la mesa dispuesta, llegó una gran tortilla planita de cebollín y mariscos, pajeon ($8.000), apta como para cuatro comensales.
Después fueron dos carnes para un "hágalo usted mismo". Primero, asado de tira marinado y en láminas, el que se prepara en un dispositivo metálico de corte cubista. ¿Cómo cortarlo? Sencillo: con tijeras. Y luego se envuelve en una hoja de lechuga, en este caso de las hidropónicas, que no están mal, pero la experiencia con escarolas es mejor.
Como el hambre seguía vivo, se optó por un chadol ($20.000), que es carne de tapapecho cortada en láminas bien finas. Esta vez se cocinó sobre otro dispositivo de cocina, una plancha. Venía con sendas porciones de arroz.
En ambos casos, la conversa y el trajín fueron el condimento intangible de esta experiencia. Lo mismo ocurría en otras mesas, donde este formato de preparaciones colectivas ayudaba a socializar. Por lo mismo, si la idea es comer y pasarlo bien, esta es una buena -aunque algo aromática- opción. También hay platos individuales, ojo.
Bombero Núñez 174, 227324772.