Novedoso: un restorán donde casi todo lo que se ofrece tiene forma y consistencia de albóndiga. Hay también sándwiches y tragos (tomar tragos mientras se ramonea en albóndigas fritas no está mal...). Lo que comimos estuvo bien; pero este lugar corre el riesgo de todas las novedades: una noticia es noticia hoy, y mañana, no. Es ley de la curiosidad humana. A menos que, juiciosamente, vayan diversificando la oferta. Después de todo, Cuatro Bocas no lo condena a producir sólo "bolas" (se ha optado, de modo acertado, por reemplazar "bolas" por "bocas").
Hasta el tártaro de salmón con que partimos ($8.990) venía redondeado, cosa que, por cierto, no afectó en nada su buena calidad. Bien agradable. Y luego, antes de sumergirnos en el mar de bolas, optamos por pedir una degustación de ellas ($7.990), compuesta por cuatro (¿será una cábala, como le dicen?) clases diferentes: una clásica de carne con queso (nada muy especial), una de prieta con nuez (ya diremos más de esta), una de "cerdo" (léase "chancho") con tocino, y una de pollo con sésamo (la carne de pollo, poco jugosa, no se presta para este tipo de preparación).
Para quienes padecen de veganismo, hay que advertir que hay albóndigas veganas (sin carne de ningún tipo) y no veganas (con carne de cualquier tipo). Y para catar ambos mundos, pedimos unas "bocas a lo pobre" ($8.990) compuestas por dos de carne, tradicionales, y dos de lentejas con quínoa, más papas fritas (muy buenas estas, con corte de papas bravas). Las clásicas nos parecieron satisfactorias; en cambio las de lentejas son para quienes las enfrenten con ánimo ascético por razones religiosas o en general espirituales: no, no más; como no llevan huevo, se desmoronan. No diremos más a su respecto.
Una de las razones para ir a este restorán fue saber que había albóndigas de prieta con nueces. Las prietas chilenas, con ser por lo general muy buenas, son sometidas entre nosotros a solo un tipo de sazonamiento: no está mal, claro; pero las posibilidades de aderezarlas son muchísimas más: en Francia mezclan la sangre con manzanas, con castañas, con arroz y muchas otras cosas, a las cuales se añade coñac u otros destilados. Son una gloria. La prieta con nueces nos pareció muy rica, pero de sabor quizá demasiado "intenso": que le lleven a uno cuatro de ellas es casi abrumador (no pudimos terminar con todas). He aquí una línea posible de desarrollo para este lugar: variedad de prietas, no necesariamente en bolas. El contorno de mote con zapallo fue desabrido: con ser el mote la maravilla que es, no requiere de nada dulzón, sino solo crema: ah, el mote cocido en leche cremosa...
Postres: albóndigas de arroz con leche levemente caramelizadas (aun así les faltó azúcar: el arroz con leche ha de ser muy dulce) y un buen crumble de manzana.
Manuel Montt 983, Providencia.