Asistimos hoy a un fuerte movimiento por los derechos de las mujeres liderado por mujeres jóvenes. Lamentablemente, para ser escuchado a veces es necesario recurrir a manifestaciones que son percibidas por algunos como extremas. Pero no debemos olvidar que más extremas son las desigualdades y la vulneración de derechos que existen.
En una columna reciente de Paula Escobar, titulada "Carta para Elisa", la periodista y directora de Comunidad Mujer realiza una profunda reflexión sobre el tema de los derechos de las mujeres y la importancia de la lucha por superar las inequidades. Ella destaca y valora la fuerza que ha tomado el tema en la agenda nacional, para lograr un cambio cultural que apunte a una mayor equidad de género y a disminuir el maltrato y la violencia de género. A pesar de que en el discurso se resalta cada día más la importancia de la igualdad, se mantiene en la cultura un marcado sexismo y un régimen patriarcal. Por ejemplo, el lenguaje sigue en muchas ocasiones yendo en desmedro de la imagen femenina. Decir "Este gallo es capo" es completamente diferente que decir "Es una gallina"; decir que una mujer es una zorra es un insulto, decir que un hombre es un zorro puede implicar que es astuto. La educación no es la única responsable de formar una concepción más igualitaria de hombres y mujeres. Los niños y niñas están permanentemente expuestos a imágenes que afectan la construcción la identidad masculina y femenina, naturalizan las diferencias y van formando de manera no consciente el imaginario de lo femenino y lo masculino. Cuán difícil es sustraerse a la influencia de la propaganda, que continúa mostrando a las mujeres y a los hombres en roles estereotipados e hipersexualizados. La publicidad mantiene imágenes y textos con un marcado contenido sexista que restringe los roles femeninos y masculinos. En los niños, la socialización a través de videos juegos también muestra roles muy desiguales e injustos para ambos géneros, con imágenes de alto contenido sexual y con mujeres dominadas por los hombres. Niños y niñas deben tener libertad y amplitud de opciones para definirse. Es necesario que los hombres tengan derecho a la ternura sin ser censurados por ello, y que las mujeres puedan elegir jugar al fútbol sin ser tildadas de poco femeninas.