La exposición ·Marta Carrasco: profunda mirada del mundo infantil·, en el Centro Cultural de Las Condes, viene a relevar y a hacer justicia al legado de una figura inolvidable en el mundo de la literatura infantil chilena. Ella marcó con su estilo característico a toda una generación de ilustradores y a los libros que llevan su sello. Nos traen además el recuerdo de una infancia que no por ser real es menos mágica.
Que Martita, como la llamaban sus amigos, ilustrara algún libro, constituía un privilegio para la editorial y para el autor. Sus ilustraciones, así como ella, irradian una enorme paz interior y una ternura que es perceptible para los niños. La presencia del amor por los niños, a los que dibujó con líneas muy simples, es notable en sus trabajos. Es imposible no encariñarse con los personajes que creó.
Sin duda, su niñez fue un factor decisivo en su identidad como pintora y como escritora, y en su comprensión del mundo interior de los niños. La poliomielitis que tuvo en la infancia y que dejó secuelas en su movilidad, le legó también una enorme sensibilidad. Ocupó mucho de su tiempo de niña en dibujar y en leer. Se convirtió así en una niña y en una mujer resiliente, que supo superar la adversidad, centrándose en el desarrollo de sus talentos. A pesar de sus diversos problemas de salud, no se quejaba y se mantenía activa buscando dar lo mejor de sí en su trabajo y en las relaciones con los otros. La felicidad era para ella su hija Camila.
Me voy a permitir en esta columna ser autorreferente, lo que habitualmente evito. Recuerdo con profunda emoción las reuniones que teníamos cuando ella dibujaba uno de mis primeros libros para niños, ·Todos somos diferentes·, que fue hecho a pedido de la Fundación Hineni, dedicada por más de tres décadas a la integración de los niños con necesidades educativas especiales. Cómo olvidar esas mañanas compartidas en su casa en la calle Guardia Vieja. Ella iba adentrándose con rapidez en el espíritu del libro y lo enriquecía con sus ilustraciones. El cariño que puso en la creación de los personajes reflejaba su identificación con los niños con dificultades, a los que dibujaba con ternura y con gran fuerza. Escribió entrañables cuentos infantiles que reflejan esta visión: ·El país de los diferentes·, ·La otra orilla· y ·Érase una vez un espacio·, cuya lectura es un maravilloso regalo.
Su creatividad no tenía límites. Sus dibujos son obras de arte que trascienden al tiempo y que agregan valor a los textos escritos y aportan a su permanencia.