En la calculadora mental de quien sale a comer, supongamos, se promedian el precio, la estética, la atención, el sabor (obvio) y la locación entre los elementos más clásicos (porque a veces es que no se note pobreza en el aniversario, o que las piscolas sean casi transparentes, en fin). Pero hay casos que se salen del promedio, como Himalaya. Se trata de un sencillo restaurante de comida india ubicado en Irarrázaval, casi esquina con Manuel Montt. No es elegante, lo atiende una sola persona (por lo menos en este caso) y recién supera su boleta número cien. Pero, al mismo tiempo, su comida es riquísima y los precios resultan más que convenientes. ¿Cómo sería la situación con mucho público? Queda planteada la duda, aunque en este caso, con dos mesas ocupadas, los tiempos estuvieron perfectos.
La carta no es tan extensa como en sus pares de la capital, pero no por eso es tacaña. Para empezar, unos fritos de verduras en harina de garbanzo (mix veg pakoda, $4.490), junto a un lassi, esa característica bebida de yogur licuado.
Acompañando, dos panes de esos tan planitos como fatídicamente sabrosos: uno con queso y ají y otro con papa (chilli cheese paratha, $2.500, aloo paratha, $2.000). No hubo necesidad de pedir arroz aparte, ya que en este caso venía de acompañamiento con los platos. Se advirtió que no era basmati, una variedad superior, aunque ni se notó ni se extrañó.
De los principales, tentándose con algo nuevo, la novedad fue magistral: un guiso de papa, coliflor y arvejas, aloo gobi muter ($4.490). Con platos así, bien condimentados y con identidad en el sabor, es fácil ser vegetariano. Menos bien fue un clásico, rogan josh ($6.500), con un grado de picante leve, tal como se pidió, con trozos de un cordero algo estresado el pobre. No duro, pero tampoco blando. Y para cerrar, otro plato clásico: dal makhani ($4.900), un guiso con tres variedades de lentejas. Nuevamente, así se haría leve el dejar la carne.
La suma de todo lo mencionado, con dos aguas minerales, sumó $30.000 (y con la idea de no volver a meterse algo en la boca hasta el día siguiente, y esto fue al almuerzo). Entonces, que cada quien saque sus cuentas en base a esta experiencia. Y si quiere tentarse con una comida india bien hecha y nada de cara, hágase de un aconsejable acopio de paciencia si el lugar llega a llenarse y vaya no más.
Irarrázaval 1820, Ñuñoa. 988654495.