Saber cómo se enseña y cómo se aprende es central para la educación de los hijos. Los padres y los educadores quisiéramos crear las mejores condiciones para el aprendizaje de nuestros niños. Parece haber consenso entre los expertos en que, para aprender, la atención es un requisito esencial. Para lograr un dominio sobre lo que se quiere aprender es necesario focalizarse intensamente en ello, dejando de atender a otros aspectos de la realidad. Las distracciones, sensoriales o emocionales, perturban la concentración en lo que se está aprendiendo. Las distracciones sensoriales son aquellas que distraen los sentidos, por ejemplo, si mientras lee siente un estruendo en la calle, seguramente se va a desconcentrar, pero luego logrará rápidamente volver al contenido. Las distracciones emocionales, sin embargo, son más complejas de superar. Si su lectura es interferida por una preocupación, por ejemplo asociada a los problemas de algún hijo, es posible que le sea difícil apartarla y retomar el hilo de la lectura.
La red neuronal para la atención incluye un circuito orientado a inhibir la emoción. Por eso, el poder distraer la atención de un estímulo a otro favorece recuperar el bienestar y no estancarse en pensamientos recurrentes, como la desesperanza. No se trata de desconectarse, pero sí de ser capaces de mantener el control de la atención mientras se está enfocado en un determinado aprendizaje. Atemorizar o estresar a los niños mientras están intentando aprender es completamente contraproducente y actuará bloqueando su capacidad de aprender.
En el libro "Triple Focus", Daniel Goleman y Peter Senge abordan el tema de la atención desde tres ejes: la conexión con nosotros mismos, la sintonización con otras personas y la comprensión del mundo en su más amplia acepción. En relación al primer eje, los autores señalan la importancia de fortalecer en los niños el control cognitivo, ayudándoles a establecer muy claramente los objetivos que quieren lograr e incentivándolos a perseverar en su logro, a pesar de los obstáculos. Quien aprende a perseverar logrará, adicionalmente, un mayor dominio de las emociones destructivas. Son los mismos circuitos cerebrales los que se activan en estos dos aspectos tan centrales para lograr tener una vida armoniosa: la capacidad de centrarse en realizar tareas constructivas y la capacidad de autogestionar las emociones difíciles.