Andrés Zaldívar dice que no entiende por qué Soledad Alvear abandona la DC, donde ha militado por 50 años. Para el experimentado ex senador, las diferencias que separan a los diversos grupos falangistas son simplemente "tácticas".
Más allá de su intención, sus palabras no pueden ser más elocuentes. Cualquiera que haya seguido el inequívoco comportamiento de esa mujer en los últimos años se dará cuenta de que para ella no todo es táctica. Basta con pensar en las increíbles incomprensiones que tuvo que sufrir por su defensa de la vida del no nacido, donde las jerarquías partidarias la dejaron sola. Y esa idea de que no todo es táctica marca la diferencia entre la máquina de poder en que derivó la DC y lo que hace medio siglo quisieron hacer de ella los grandes falangistas (si tuvieron éxito es otro asunto).
No es fácil el camino que tiene por delante Alvear y los que están tomando la misma decisión. Hay una suerte de dogma en la política chilena: quienes abandonan a la DC para irse hacia la derecha están condenados a la irrelevancia: "no hay futuro fuera de la DC", dijeron los nuevos dueños del partido, con voz oráculo.¿Está intentando Alvear romper con esta fatalidad histórica? Quizá no. Ella es la misma de siempre: el que cambió fue el partido, que se izquierdizó. Además, muchos hicieron suya una agenda progresista que es la negación misma de la DC.
Por otra parte, es verdad que la política no es puro juego de poder. Pero el poder importa. ¿Conseguirá Alvear al menos un parlamentario para el movimiento que va a formar? Ya eso sería suficiente para armar un proyecto que en las próximas elecciones le muestre a la actual DC quién interpreta mejor a los electores. Si no consigue a ningún valiente, su camino será difícil.
Después está la cuestión de la inspiración humanista cristiana. Uno de los muchos defectos de la DC original fue la de pretender el monopolio de esta tradición. Para esto le resultó de gran ayuda el apoyo del clero, que entonces era muy importante. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y los ex DC cometerían un gran error si pretendieran semejante exclusividad. Es más, como hoy existen humanistas cristianos en otros sectores políticos, esa herencia compartida les da enormes posibilidades de colaboración.
Lo dicho nos lleva a un tema muy delicado. Una cosa es que personas como Soledad Alvear nunca vayan a ser "de derecha", y otra muy distinta es que, junto con abandonar la DC, se traigan consigo todos sus antiguos complejos. De uno de ellos -el afán por robarle banderas a la izquierda- parecen estar definitivamente curados. Pero no está claro qué pasa con el complejo anti-derechista. ¿Serán capaces de comportarse con la derecha con la misma naturalidad con que lo harían con el Partido Radical o el Socialista?, ¿o seguirán avergonzándose por el solo hecho de ser vistos en compañías que les recuerdan a su ancestros conservadores?
En otros países, la DC no tiene esa tara mental: la Democracia Cristiana alemana ha estado aliada desde siempre con los conservadores bávaros (la CSU). Si el futuro movimiento socialcristiano nace con un mínimo de libertad de espíritu, podrá desempeñar el papel de árbitro de la política chilena desde una posición de centro, capaz de pactar con unos u otros según lo exija el bien del país.
También está el desafío de la juventud. Se dice que ella no está de ánimo para oír mensajes socialcristianos. Sin embargo, no olvidemos que, junto con la apatía política de los últimos años, ha surgido una juventud que tiene un claro sello social. Son miles los estudiantes que dedican parte importante de sus vidas a actividades en favor de los más desfavorecidos. Si ellos no intervienen en política no es por egoísmo, sino porque hasta ahora no han oído un mensaje capaz de movilizarlos. Aquí hay un amplio espacio para una propuesta socialcristiana.
Las reacciones ante la salida de Alvear y el éxodo que viene han sido variadas. Van desde el desprecio irónico hasta las acusaciones de traición. Reparemos en dos de las más matizadas: Andrés Zaldívar sostiene que, en esta situación, Eduardo Frei Montalva habría permanecido en el partido. Pérez Yoma, por su parte, admite que Soledad Alvear es la persona más democratacristiana que conoce, y considera que ella "representa todo lo que es ser democratacristiano". Si esto es así, parece que Zaldívar está equivocado. Todo hace pensar que el espíritu de Frei Montalva abandonó hace unos días la Democracia Cristiana: iba de la mano de Soledad Alvear.