No es fácil recrear en el extranjero atmósferas populares. En el caso de una cebichería peruana el asunto es particularmente complicado, porque ni los productos chilenos ni la mano son, no señor, los mismos. Además, el carácter popular de una cebichería como, por ejemplo, La Mar en Lima, ubicada en un rincón de un barrio que, sin ser el más popular de la ciudad, tiene una especial desenvoltura y encanto, es difícil de reproducir aquí (y está a un paso del mar...).
Gastón Acurio, con su Barra Chalaca de... Costanera Center (!!!) lo ha milagrosamente logrado casi a la perfección: si hubiera estado en una calle muy concurrida, la recreación hubiera sido mucho mejor. Pero "lo mejor es enemigo de lo bueno", y damos fe, luego de haber comido en muchas cebicherías limeñas, que el ambiente de esta y lo que aquí se come es de lo más auténtico que hay en Santiago. Si Ud. quiere experimentar esa autenticidad -y ¡vaya que vale la pena!- solo tiene que despojarse de sus mañoserías mapochinas y comer lo que le den con su grado de picor justo, que jamás será excesivo, en todo caso. No se asuste: le preguntarán si quiere su plato más o menos picante; nuestro consejo es "pídalo como en Lima". Y verá maravillas.
Nosotros comenzamos con un cebiche de pejerrey enrollado, con sus verduritas y rocoto ($7.900), que lo pone a uno a tono, en un santiamén, con esa chispa peruana que en otras partes de Santiago es puesta en sordina. Comidos todos los pejerreyes, no perdonamos ni un pedacito de todo lo que los rodeaba y cubría. Cosa más buena. Y la otra entrada fue un sorprendente tiradito "chucuito" ($7.990) que traía como aderezo su leche de tigre pero aliñada con parmesano, más palta y trocitos de aceitunas. También una delicia.
Las mesas son chicas, apretadas, con pisos empajados; hay también otras más altas, pero incómodas. El público es, como debe ser, abigarrado y no parece conocer remilgos. Mejor que mejor.
Lo que nos llegó a continuación nos tiene todavía sumidos en el estupor que producen las obras maestras: un chupe peruano "levantamuertos" ($6.990). La sopa, cremosita, es de papa amarilla, y discurren por ella trozos de pescado frito apanado, granos de choclo peruano, trocitos de queso, hierbas (entre las que reconocimos la hierbabuena, tan poco usada en Chile) y, por cierto, un huevo frito (que en nuestro caso llegó demasiado hecho, quizá por el calor del caldo, porque no flotaba en él, como en otros chupes peruanos, sino que había naufragado). ¡Qué plato, qué plato! Aunque es grande, no quisiera uno que se terminara jamás. Y coronamos todo con un arroz con mariscos, perfecto, con su toque de soya y todos los demás toques de esa cocina diestra en sutilezas.
Los postres, corrientes. Carecen, ay, de patente de alcoholes. Servicio diestro y simpático.
Mall Costanera Center, quinto piso. 2 2617 0861.