¿Cuántos niños, al ver "El chavo del ocho", no habrán pensado que las tortas de jamón eran algo como de pastelería? Otro trauma infantil más, esta vez culinario (el otro eran las armas defensivas de Afrodita A en "Mazinger Z", chiste ñoño). O las aguas de Jamaica ¿las traían desde allá? Eran tiempos pre Google, por lo que la duda persistió por años. Y con el boom de lo tex mex en Chile durante los noventa tampoco se disiparon, porque esa era comida de margaritas fancy y de burritos de camarón, no de la comida sencilla de la vecindad. Una que se puede, y debe, probarse en un sencillo local del barrio Franklin: La mexicana.
Aquí atienden en modo familiar: gentil + ligero de sangre + buena onda, guey. El lugar es sencillo, con harto color y sillines de metal, aparte de una breve barra. No es Borderío, es Bordefranklin. Pero en cambio se trata de un sitio full mexicano, con las gentes calentando las tortillas en la plancha mientras bromean y desmenuzan una pechuga de pollo y te ponen un platito con pickles de verdura ultra picosos (con unas papas fritas nada que ver, eso sí).
Entonces, lo que ofrecen como para desayunar en fin de semana al estilo campeón tipo once o doce del día, es la recomendación. Y la oferta es un plato a elección más un agua a $4.500, lo que es bien conveniente. Las aguas son esas del pasado: la rojiza, de una variedad del hibisco que es la Jamaica, y la tamarindo también medio acidita, del vegetal aquel que ayuda a la digestión y a pelear contra el resfrío, por su carga de vitamina c.
De lo probado, en dos visitas porque estaba muy rico: primero, unos chilaquiles, ese montón de totopos que se va poniendo lacio gracias a una salsa roja en este caso, con queso y crema y pollo en tiritas. Para reír y llorar, y sudar. De lo no picante, unos tacos al pastor, con su chancho y piña y cebollita picada y cilantro. También unos tacos dorados de pollo, crujientes y con unas tiritas de tomate y palta, servidas sobre una cama de lechuga. Y lo que podría ser no tan habitual, aunque el sabor de las real tortillas ya lo es, son los sopes: son más pequeños y gorditos, como una cruza entre tortilla y arepa, con puré de porotos, lechuga y pollo. Y para el que no guste del sabor a maíz, ahí están unas "gringas", en tortilla de trigo, en este caso con queso derretido y el chanchito agridulce al pastor.
Hay que decir que también tienen hartas tortas, con variedad de rellenos (para la próxima), huevos bien condimentados (ídem) y alguna bollería muy mexicana. En esta ocasión, para terminar, fue un café de olla -con clavo, canela y chancaca- acompañado de un buñuelo azucarado y crujiente.
Y para llegar, que igual cuesta tantito, van las señas: está en el galpón Cordillera, el que está en la esquina de Víctor Manuel con Placer, pero la cafetería está justo en la entrada por Víctor Manuel. Donde ponen un pequeño cartel que dice "aguas".
Placer 657, locales 109, 110, 111. 9 7572 1147.