"Una tienda de barrio tan buena como la mejor del centro". Si Ud., Madame, tiene cierta cantidad de años que, por cierto, no mencionaré, recordará este réclame que se usaba en Santiago in illo tempore para recomendar excelencias lugareñas. El "centro" era, naturalmente, la Plaza de Armas, Huérfanos, Ahumada, Bandera, Estado y todo lo demás hacia la Alameda.
Pues, hete aquí una panadería, Las Rosas Chicas, que apareció hacia 1904 y cuya locación era la Avenida Brasil entre Rosas y San Pablo, un poco al noreste del famoso barrio Yungay que todavía estaba de moda (desafiado por otros más nuevos, como Dieciocho, San Ignacio, Ejército...). Un perfecto ejemplo de "panadería de barrio tan buena como la mejor del centro" que, después de todo, no quedaba tan lejos (bendita época en que Santiago se podía recorrer a pie todo entero, con algún esfuerzo menor).
La panadería de Av. Brasil sigue incólume y ha abierto sucursal en Luis Pasteur, de la cual se podría quizá decir "tan buena como la mejor de Vitacura"...
Aunque sus empanadas tienen renombre, nosotros nos fuimos a la vieja y valiosa repostería de barrio. He aquí el resultado.
Como es lo usual, uno encuentra aquí una serie de hojaldres y otras viennoiseries amadas de infantes y senescentes. Sólo que algunos nos parecieron sin relieve: unos hojaldres en forma de libritos y unas rosas enriquecidas con mermelada de frutilla. En cambio, otros, como el hojaldre con crema pastelera y duraznos (hay otros con damascos) o el hojaldre con sólo pastelera, son muy ricos. Reviven viejos recuerdos.
En el rubro "pasteles", hay lo que es usual hoy día, o sea, trozos rectangulares de tortas (la moda se da hasta en Viena, lo que no es poco decir; no, señor). Y de ellos probamos uno de panqueque de nuez que nos pareció muy católico. En cambio, el de panqueque de naranja, es soso: habiendo tanta naranja en este país, ¿cuándo se aprenderá a usarla en repostería? ¿Cuándo se descubrirá que se debe usar naranjas ácidas, de gruesa y perfumada corteza -que es lo que más sabor da a la preparación-? El pie de limón resultó igualmente soso y por igual motivo: miedo a la corteza. En fin: estos pasteles son una buena forma de catar la torta antes de comprarla, para no clavarse con una que no agrade.
Entre muchas otras cosas disponibles (todas tentadoras, con ese aroma a vainilla que reina en estas panaderías), probamos unos "chilenitos" muy correctos (es de lamentar que no haya más variedad de dulces chilenos; quizá los hay habitualmente, pero no el día que nosotros fuimos, y eso no debe ser: la dulcería chilena debe ser columna estructural de estos lugares). Los alfajores con cubierta de chocolate, muy buenos también, pero demasiado chicos. Y mención aparte merecen las cocadas: unas doñas cocadas, de gran calidad, difíciles de encontrar similares. Resumen: recomendable.
Av. Luis Pasteur 6577, Vitacura.