Es interesante y "lúdica" la decoración en este debutante bar del sector Plaza Pedro de Valdivia, aunque a veces uno se sienta como en la reunión de apoderados del jardín infantil, con su incómodo descalce de tamaños en el mobiliario. Esta misma informalidad se sufre cuando el o la moza llega y pone los platos en torre y con los cubiertos encima sobre la mesa, para que uno disponga. Algo que uno como anfitrión -ni en el más distendido de los asados hogareños- hace.
¿Y los individuales? Ja. Era broma.
Pero en fin, una vez superado (a medias) este relajo hipster, vamos a la carta. Un muy buen cebiche surtido ($6.700), del verbo, con abundante reineta, camarón y pulpo. A la par, un tártaro de vacuno ($6.800) que venía muy monono en moldecito, con la carne molida en calidad de puré, con una yema de huevo de codorniz y sus condimentos para el "hágalo usted mismo". Y el usted mismo lo hizo bien.
De los fondos, una pizza muy a la piedra (si le gustan así, $7.400), con chancho agridulce desmenuzado (el pulled pork, una de esas modas que se hoy replican como un virus en Santiago) y el toque muy agradable de pedacitos de pimentón semicrudo. Buen queso de cabra, lo que en otro caso -con otro queso- fue lo que realmente mató a un chupe de jaiba ($6.900): si ahí había otro sabor aparte, fue imposible saberlo. Mejor lo traen con tortillas y lo ofrecen para quesadillas.
Se sumó a estos fondos una plateada guisada con salsa de diversos hongos ($8.600) y papas chips. Blanda y con sus jugos bien reducidos. Buen plato.
De más está decir que con su genial idea inicial, hubo que estar pidiendo los cubiertos faltantes en cada caso.
Y en fin: los precios del bar Valdivia, en estos tiempos algo delirantes al respecto, son muy atractivos. Si se suma a esto una amplia terraza para fumadores, y con un árbol además, es cosa de saber elegir de la carta para pasarlo bien en este lugar.
Pedro de Valdivia 1764, Providencia. 2 2419 2966.