Conectarse con sus raíces y sentir que hacen parte de una cadena generacional reafirma en los niños el sentido de pertenencia. Es necesario que ellos aprendan de sus padres a agradecer lo que han recibido de tus antepasados. Conocer la propia historia ayuda a los niños en el proceso de construir una narrativa de sí mismos. Recordar y conversar de los que han partido es la forma en que se va integrando el pasado a la propia historia.
En la película animada "Coco", el protagonista, Miguel, hace un viaje mágico acompañado por su perro Dante y por Héctor, un simpático esqueleto. Miguel intenta desentrañar el pasado y entender sus constelaciones familiares. Entre otros aspectos, el niño busca comprender el misterio por el cual la música ha sido desterrada de su familia por varias generaciones. Él tiene gran talento musical y no logra entender qué está detrás de esta absurda prohibición.
La película es un homenaje a México, con una estética llena de música y poesía. La historia describe la peculiar y maravillosa forma en que los mexicanos honran a sus antepasados con ritos destinados a recordarlos. Particularmente el 2 de noviembre, día de los muertos, los traen a la memoria en una gran fiesta. La idea central es que solo se muere realmente cuando nadie te recuerda.
Es difícil recomendar una edad a partir de la cual sería aconsejable verla, porque dependerá de las características del niño. Quizás a partir de los seis años, especialmente si son muy sensibles. Sin embargo, escuchar la conversación de Felipe, un niño de cinco años, con su madre a la salida del cine me hizo pensar que podría ser vista también por niños más pequeños. Ante el inteligente planteamiento de la mamá que dijo: "Ayúdame a entender de qué se trata la película", sorprende la claridad con que el niño respondió: "De cómo viven las personas después que se mueren".
Por cierto la película va más allá de eso y tiene muchas lecturas posibles. Es un homenaje a la familia, a la importancia de honrar a los ancestros, resaltando la importancia de los lazos afectivos. Con una maravillosa estética muy mexicana nos acerca a una concepción de la vida y de la muerte. Sin duda la mejor medicina para la tristeza -tanto para niños como para adultos- cuando se ha perdido a alguien muy querido, es la presencia y compañía cariñosa de los más cercanos, que permitirá recordar y reconstruir el legado de los que han partido.