A ver, a ver: 30 ostras, y no de las minúsculas, por casi ocho mil pesos. Para ser un restaurante-restaurante, con pinta de marisquería hipster, pero también al alero del añoso Ostras Squella, es una ganga. Ya por eso vale la visita a Caleta 94, una oferta prêt-à-porter del local más pituco que la contiene, en calle Cumming 94, casi con Moneda (donde está el Plaza Garibaldi por ahí cerca, por si anda con antojo mexicano, quién sabe).
Son pocas mesas y el ambiente es relajado. La carta es breve y se complementa con las ofertas de la pizarra. De los fijos, habrá que felicitar al mar por lo rico de las ostras. Y al chef por ocho choritos al vapor con cebolla picada fina con cilantro, a $4.000. Parecidos a los peruanos a la chalaca. Ricos, pero menos cebolla habría sido mejor. Al mismo tiempo, unos camarones perfectamente apanados, 12 por $4.000, y no se pidieron almejas, que hay 30 por $6.500.
De la pizarra, no había lo que se buscaba: jaiba "reventá". Se habían acabado, a la una y media de la tarde. Hum. Se optó por una pescada frita con ensalada chilena ($5.900), hecha a la perfección, lo que no es fácil aunque lo parezca. Bien crujiente. Y una porción de papas fritas, que en una caleta habrían sido de las NO congeladas, ojo. Y unos picorocos al ajillo (qué cosa más horrible y más rica, $6.900), nadando en un juguito picante que pedía a gritos un poco de pan esponjoso, no las tostadas rígidas que había en la mesa. Mal. Pongan ojo, que no es un detalle menor.
Para beber, una michelada bien atípica ("cuática", se llama) y digna de aplauso: muy aliñada y con unas ostras y su jugo en el fondo. Magistral. Y un chardonnay sour ($4.500), perfecta comparsa para las ostras. En materia de postres, para no entrar en detalles, se nota que son especialistas en mariscos, parece. Uno de ellos era de una frialdad casi fósil.
Con una atención algo cachorra (agua con gas, cuando se pidió sin, y unas papas mayo equivocadas), un ligero apretón de tuercas les vendría bien, porque la idea es muy buena y su realización es casi perfecta. Además que esas ostras son para volver y para repetirse, hartas veces.
Cumming 94, Santiago Centro. Teléfono: 9 5363 3624.