En la Plaza Perú, para llegar al Osaka había que subir en ascensor. Hoy, en Nueva Costanera, hay que bajar. Como el lugar está pensado para jóvenes (y aún muy jóvenes), no hay facilidades para los mayorcitos. ¿Forma de seleccionar la clientela? La media etaria no ha de haber sido superior a 30 años. Bueno: cada cual es dueño de orientar su negocio al público que quiera. Parecíamos tan vetustos entre tanto verdor que el garzón consideró que debía instruirnos: "El huevo se come junto con la sopa ramen"; los demás comensales manejaban sus palillos con una agilidad y destreza incomparables... El problema es que, cuanto más se baja, más sube el volumen de la música. Perdóneme, Usía, que toque nuevamente el tema: el placer de comer es el que, entre todos los placeres, más se arruina con el ruido excesivo. Y eso es responsabilidad del chef propietario. ¿De quién, si no?
Ojalá este tuviera, en la administración del ruido, el mismo buen tino que tiene entre las sartenes. Porque, aunque esté varios pisos más abajo, aquí la altura de la cocina es la misma que en la Plaza Perú.
La mentada sopa ramen criolla ($12.000) es un delicioso ejemplo de auténtico estilo nikkei: riquísima carne de chancho, sabrosísimo caldo y el huevo, en vez de duro, viene pochado, como en un chupe peruano.
La verdad es que la abundancia y variedad de "bocaditos" japo-peruanos es estupenda. Probamos un sake foie ($6.000, dos minúsculos bocados), delicioso; un gyütan ($4.000, dos bocaditos tan chicos como los anteriores): nigiri de lengua al fuego y yema cruda en cebiche, buenísimo; un buto ($4.000 dos pequeñísimas porciones), nigiri hecho con pecho de chancho -tocino carnudo-, pisco, canela china y chalaquita: excelente; un sensacional antiku ($9.000, 6 porciones), roll de lomo, camarones, cebolla frita en tempura y salsa anticuchera, que nos recordó al inolvidable roll de lomo saltado que comimos cierta vez en el Maido de Lima, y un muy correcto nori furan ($7.000, 6 piezas), roll de salmón, queso crema y camarones. El antiku es recomendabilísimo: es todo un arte conservar la crocancia del tempura en semejante preparación.
Probamos también, en busca del nikkei, un peruvian BBQ ($16.000), que resultó ser un plato de excelente arroz atamalado (realmente fuera de serie), con blandísimo asado de tira, camote crocante y encurtidos.
De los postres, elegimos los que nos parecieron más nikkeizados, dado que los japoneses no descuellan en este rubro (según el paladar occidental). Un miso chokoreto ($7.000) que, en realidad, elegimos por la encantadora forma de decir "chocolate": marquise de chocolate, con un sorbete de raspberry (léase "frambuesa"; no es necesario nikkeizar también el léxico), quizá un poco chambrée (la marquise debe ser bien fría); y un apple toffee crumble ($5.000), crumble demasiado deconstruido. Servicio atento y profesional. Medio tenedor cuesta el ruido (dada la calidad culinaria).
Av. Nueva Costanera 3736, Vitacura. Teléfono: 2 2381 9070.