¿Se puede morir dos veces? La respuesta a esta pregunta la da el crudo de este bar cervecero. Si la carne molida es el corazón de un crudo, ¿por qué no la ponen al centro del plato, para poder mezclarla fácilmente con los otros ingredientes? Aunque un ají sin sabor (picor = cero) tampoco ayudó, y menos una mayonesa pasteurizada parecida a un yogur natural aguachento (con un cebollín mezclado y perdido). La cebollita salvó un poco, aunque el pepinillo cortado en tiras tampoco puede mezclarse con la carne. En fin. Como tampoco había sal y pimienta en la mesa (y qué les cuesta un molinillo de pimienta), hubo que semimezclar la carne sobre las tostadas. A-bu-rri-do.
Un mal comienzo que además terminó mal, porque la máquina de café "estaba en mantención".
En un lugar que se publicita como abierto a partir de las 12:30, en un barrio turístico como Bellavista, la cortina estaba semiabierta hasta la una. Y con gente limpiando los baños hasta las 13:15, mientras el personal bostezaba entre las mesas. Así partió esta experiencia en el bar de cervezas de Kunstmann: con cero espuma.
Y si bien es cierto que este lugar se especializa en cervezas, eso no quita que pregunten si la limonada se quiere con azúcar (demasiada, además) o endulzante.
Sentados en una mesa coja, que alguien se dignó en nivelar, se partió con el crudo ya descrito. Luego fue el turno de los fondos. Primero, una hamburguesa de chancho ($7.000) en formato Costanera Center, atravesada con un pincho para sostenerse. Sabrosa, con repollo y chucrut (un pleonasmo) y algo de lechuga cortada con cuchillo, a la antigua. Podrían cruzar a la sanguchería peruana La Gloria y comprobar que se pueden comprimir las proteínas, como para comerlas sin cubiertos. Y luego fue el turno de una plateada a lo pobre ($10.600) que blanda-blanda no estaba, con unas "papas rústicas" tan lacias como pegoteadas y las yemas de los huevos demasiado hechas. Se pidió pan y la mirada frente a la petición fue casi un emoticón. Aunque al final, con las yemas secas, el pan no sirvió de mucho.
Se dejó la mitad de este último plato sin comer y ¿alguien se sorprendió por eso?
Al final, lo mejor de todo esto es el llamado implícito a beber menos. Aunque la intención sea la contraria, parece.
Constitución 57, Providencia.
2 22351374.