Aunque éste es el "motto" de los boyscouts, debiera ser también de los restoranes. Hay tantos restoranes chilenos que anuncian, en carta impresa, el oro y el moro, para después comenzar con la cantinela: "no hay", "se nos acabó", "nos llega mañana", etc (por eso esta voz ha predicado en el desierto, desde hace tiempo, que es preferible anunciar en pizarra, escrita con tiza, lo que hay ese día, para ahorrarse los garzones las explicaciones, y los clientes, las decepciones...).
Hemos visitado en Papudo un restorán con cierta fama, en día corriente de semana y época veraniega. Cuadro lamentable. La carta tiene una extensión respetable y, conociendo el problema, comenzamos por preguntar qué había disponible. Se nos informó de inmediato que no había ni locos, ni pulpo, ni albacora, ni jaibas, ni vieja, ni panqueques de mariscos (como había panqueques celestinos, colegimos que reservan los panqueques para postre...). Pero sí había pinzas de jaiba, que pedimos como entrada, junto con machas a la parmesana.
Después de esperar media hora, llegaron las machas y la noticia de que no había pinzas de jaiba. Las reemplazamos por una empanada frita de camarones con queso y otra de mariscos. Luego de un lapso similar, se nos informó que tampoco había empanadas de mariscos.
Mientras, en este restorán nihilista, donde abunda lo que no hay, un señor repartía a diestra y siniestra pisco sour envasado y aguadito (se anuncia que el primero vale $2.000 y todo lo demás que uno pueda tomar, es gratis). Despachadas las machas ($9.800 las doce), chicas como suele ser el caso, nos armamos de paciencia para esperar los fondos. Como la espera se prolongara, nos enviaron un cuenco con cebiche "por cortesía de la casa", y nos anunciaron que habría un postre gratis. Seguimos esperando, mientras los comensales de una mesa vecina se levantaban e iban indignados, después de una hora de espera sin que les hubieran atendido. Al fin llegaron los platos: una carne mechada sin mechar (se la anuncia como "carne al jugo"; pero cualquiera que conozca un poco sabe reconocer el corte para mechada y distinguirlo de los que se usan para carne al jugo), con una montaña de papas fritas (salían de la cocina muchas montañas iguales con diversa destinación). Y una merluza austral frita con puré.
Oh, día aciago: la merluza estaba cruda y el puré (puré "rústico", aunque no estaba anunciado así), venía frío. Miles de explicaciones y de peticiones de disculpas. De la carta de postres (unos diez) no quedaban más que celestinos y helados... Decidimos, entonces, pedir la cuenta. Insistieron en que no la pagáramos para resarcirnos del mal rato, pero la pagamos por lo consumido. Y nos fuimos.
Resumen: no recomendable. Consejo: atiendan cuando haya con qué. El anárquico servicio merecería un capítulo entero: no menos de cuatro personas aparecieron a pedir disculpas, pero sin los platos...
Fernández Concha 175, Papudo.