Viajar es una maravillosa aventura para los niños, amplía sus horizontes y los abre a la diversidad, mostrándoles un mundo que es diferente al espacio en el que viven habitualmente y, por supuesto, es un espacio de encuentro familiar que queda grabado entre los mejores recuerdos de la infancia.
La ilusión del viaje empieza cuando se planifica dónde se va a ir y qué se hará. Planificar es parte importante de la experiencia, y si se hace en forma compartida con los hijos, es una oportunidad de aprender y disfrutar juntos.
Cuando un niño se conecta de antemano con el lugar al que va a ir, aumenta su motivación y su interés por aprender y saber de sus costumbres. Según la edad de los niños, la forma de entusiasmarlos será diferente. A los menores los padres podrán hacerles pequeños relatos de los lugares y personas que pueden encontrar. También, mostrarles fotos o videos puede ser una poderosa herramienta de conocimiento previo. Con los mayores usar mapas ayuda a visualizar distancias y a desarrollar la inteligencia espacial. Los que ya navegan por Internet pueden buscar información para compartir con la familia. Aprender sobre la geografía, la música, las costumbres y las comidas de lugares nuevos es, sin duda, una experiencia enriquecedora, que afianza los lazos familiares a través de las vivencias compartidas.
Una familia, que tenía programado unas vacaciones al Cuzco con sus tres hijos, empezó a compartir una semana antes del viaje detalles sobre Perú, y especialmente acerca del Cuzco. Un día fue un video que encontró el hermano mayor, otro día el hermano menor preparó un suspiro limeño de postre, y así fueron ampliando su conocimiento sobre el lugar que visitarían. "Fue una preparación para el viaje que transformó la comida en un espacio de encuentro", comentó la mamá.
Es deseable que todas las actividades relacionadas al viaje sean hechas en forma lúdica, poniendo en ellas algo de magia. Una sugerencia útil es llevar un cuaderno bonito, como un "álbum de viaje" donde puedan registrar los recuerdos durante el viaje: pegar tarjetas o boletos de museos, tickets de metro o entradas. Bastará con poner un título para que en el futuro recuerden lo que vivieron. También, recordar cada día lo que les gustó más ayuda a ir registrando con mayor fuerza lo vivido a través de las verbalizaciones.