Este local, sencillo, sin grandes preocupaciones decorativas y de precios moderados, suele experimentar llenos de tal magnitud los fines de semana que, a menudo, hay que hacer cola en la entrada. Lo que es un testimonio de la afición chilena a los "tallarines" y a todo lo que lleve salsa de tomate y queso.
Ahora, en cuanto a la calidad, Da Noi nos ha sugerido variadas reflexiones. En Italia la pasta es condimentada harto y sobriamente con diversas salsas: jamás hay en el plato más salsa que pasta. El gusto del chileno exige tanta salsa que la pasta prácticamente desaparece. Es lo que nos ocurrió con los "pasticcini della casa" ($8.550), plato interesante que, a nuestro juicio, exigía moderación en las salsas. La idea no estaba mal: tres tipos de canelloni (descritos como "rollos de pasta") diferenciados por el relleno (pollo, carne con verdura, ricota con nueces) y cubiertos por sobreabundante salsa de tomates y bechamel. El plato es grande y da la idea de una especie de lasaña, horneada y presentada en la mesa en una de esas fuentecitas individuales tan comunes. Lo que podría haber sido muy bueno, terminó siendo una mescolanza de rellenos y salsas en que no se advertía la presencia de la pasta y en que todos los sabores se confundían y desvirtuaban mutuamente. Una lástima.
En cambio, el otro plato que catamos fue uno de panzotti rellenos con alcachofa y un poco de aceite de oliva ($7.900) que nos deslumbró por su sencillez y calidad: el relleno de alcachofas estaba constituido por láminas de esta hortaliza, perfectamente reconocibles y mordibles, algo que jamás nos había tocado en preparaciones similares en otros lugares, donde suele uno encontrarse con un purecito de alcachofas más bien insípido. ¡Qué absoluta delicia estos grandes panzotti, que llegaron en buen número! Ciertamente hay en la cocina alguien que sabe, que tiene refinado paladar. O sea, no todo aquí es dar en el gusto al palurdo que llega pidiendo que en su plato haya harta, harta salsa y harto queso.
Los postres, ay, no estuvieron a la altura de los panzotti. Una panna cotta abrumada por gran cantidad de compota de arándanos, moras y otras cosas, y un tiramisú de esos que vienen presentados en copa: al fondo de la copa, que es de forma cónica, un pedacito de galleta, con tan poco licor y café que ambos pasaron desapercibidos, y una gran cantidad de queso crema y espolvoreado de chocolate. O sea, todo lo lejos que puede estar un tiramisú de su verdadera esencia...
Las "amenities" nos parecieron más bien pobres: unos agradables pancitos calientes, con solo un potecito de salsa de tomate y otro de queso rallado. No debe ser muy caro ofrecer un poco de aceite de oliva. La provoleta de entrada, buena. La masa de la pizza "light" (misterioso nombre), durona, al estilo que hoy se lleva.
Av. Italia 1791, Ñuñoa. 2 2274 2001.