En temporada de vacaciones, las diferentes cadenas distribuidoras hacen una propuesta interesante para que los niños asistan al cine. A veces los padres se resisten, aduciendo que sus hijos ya han visto suficientes películas en la televisión y, por ende, no se necesita llevarlos a una sala de cine.
Es cierto que actualmente los niños tienen acceso a películas por muchas plataformas como televisión, Netflix, YouTube, videos. Sin embargo, el entorno no siempre es el mejor para la concentración, ya que suele haber muchos distractores e interrupciones, y muy rara vez se dialoga sobre lo visto.
Pero ir al cine es una experiencia diferente que ver películas en la televisión. El cine tiene una magia muy especial que lo hace único e irreemplazable. En la sala se está en total oscuridad, no hay interrupciones y cada espectador se sumerge en la trama y en un mundo distinto al real, lo cual le da la posibilidad de involucrarse en la historia de tal manera que muchas veces los niños tienen la sensación de ser parte de ella.
En la magistral novela "Bajo el árbol de los Toraya", del novelista francés Philippe Claudel, el protagonista es un exitoso cineasta que relata cómo lo influyeron las películas vistas en su infancia. Al igual que muchos directores de cine, describe cómo ellas lo marcaron y la influencia que tuvieron en la elección y desarrollo de su carrera como director de cine.
"Yo tenía diez años. Todos los domingos iba a ver una película al George, uno de los dos cines de la pequeña ciudad de mi infancia... Íbamos al cine como quien va de paseo, sin preocuparnos demasiado del paisaje que nos rodeaba, por el simple gusto de estirar las piernas. Estar en la sala, a oscuras, sintiendo a nuestro alrededor la presencia de otros cuerpos, y ver aparecer de pronto en la gran pantalla pedazos de vida, combinarlos unos con otros, sentir lo mismo que los demás a la vez que ellos y luego, cuando aparece la palabra fin, abandonar la noche artificial y volver a la luz del día, que devuelva a cada uno a su sitio y a sus reducidas dimensiones y dispersa a quienes momentos antes reían, sufrían y temblaban al unísono: el cine es una experiencia de las tinieblas felices. Felices porque se vuelve de ellas".
Ir a ver una película con sus hijos y comentarla posteriormente es una experiencia muy significativa para el aprendizaje emocional y para la formación humanística y artística.
No deje de acompañar a sus hijos al cine en la infancia, dándose el tiempo para conocer sus impresiones y dialogar.