Las investigaciones en relación con las dificultades en el rendimiento escolar muestra que muchos niños de inteligencia normal, e incluso sobre el promedio, tendrían un insuficiente desarrollo de las funciones ejecutivas. Ellas son funciones cognitivas superiores que incluyen los procesos de atención, memoria, regulación inhibitoria y planificación. Son esenciales para el desempeño académico, pero también imprescindibles para la ejecución de cualquier tarea en la vida diaria.
Los entornos educativos familiares y escolares juegan un rol esencial para su desarrollo, desde la forma en cómo se enseñan, se crean hábitos y se ejerce la disciplina desde los primeros años y durante las dos primeras décadas de la vida. Las experiencias cotidianas de ordenar, recordar lo que se hizo en el día, hacer listas de temas pendientes, organizar un horario, constituyen excelentes oportunidades para su estimulación.
Un buen funcionamiento de las funciones ejecutivas es indispensable para planificarse y autogestionarse, programar y reprogramar el día a día. Cuando estas funciones fallan, la calidad del trabajo se ve disminuida y el rendimiento se hace muy irregular.
Juan Carlos de 8 años, es un típico alumno del cual existen quejas en el colegio porque es brillante pero muy disperso, le cuesta iniciar los trabajos y organizarse para concluirlos. Suele entregar los trabajos a medias y con frecuencia no tiene los útiles que necesita para llevar a cabo sus tareas, lo cual ha perjudicado su rendimiento. Con el fin de ayudarlo, sus padres tienden a hacerle los deberes sin hacerle mayores exigencias.
A veces por comodidad, por ahorro de tiempo, o bien para que queden mejor hechas, los padres ejecutan muchas actividades que los niños podrían hacer por sí solos. Ello no solo va en desmedro de su autonomía, sino que limita el desarrollo de estas importantes funciones.
Tener un buen nivel de desarrollo de las funciones ejecutivas hace que el niño o la niña sean más organizados, se focalicen mejor en la tarea y por lo tanto sean capaces de perseverar y planificar lo que tienen que hacer. Todo ello redunda en mayores logros académicos. Pero los beneficios de las funciones ejecutivas no solo están en el campo cognitivo sino que alcanzan la esfera afectiva, ya que permiten la regulación de las emociones, la postergación de la gratificación y favorecen una adecuada toma de decisiones.