Una de las competencias más importantes al momento de educar a niños es tener sensibilidad ante lo que puede afectarlos emocionalmente, y si hay algo que afecta a los niños es no sentirse visibilizados por las personas que los rodean.
A veces, en forma consciente o inconsciente, los adultos actúan en presencia de los niños como si ellos no estuvieran presentes. Hay situaciones en las cuales se habla frente a ellos y sobre ellos, como si no fueran capaces de comprender lo que se está conversando. Aun cuando sean temas que les incumben y que pueden ser conflictivos o de su interés, no se les toma en cuenta y se actúa como si fueran seres inanimados.
Raramente en un restaurante se le pregunta a un niño lo que quisiera comer. Daniela de 10 años, le dijo a la persona que atendía en su mesa: "¿Por qué le pregunta a mi papá y no me pregunta a mí?" Era una observación legítima, pero fue vivida por el mozo como una impertinencia. Es como si la opinión de los niños no fuera válida.
Más grave aún resulta cuando se hacen comentarios negativos sobre los niños, sin considerar cómo pueden afectarlos negativamente. Ramón, que tiene un problema de crecimiento, se lamentaba: "No tolero cuando amigos o amigas de mis papás hacen observaciones como: Ramón está más bajo que su hermana menor o ¿Lo has llevado al médico? o comentan: Me parece que va a ser tan chico como el tío Leonidas, que es justo lo que más temo".
En relación con el mismo tema, una mamá se quejaba de la educadora de párvulos de su hijo: "No pierde oportunidad de señalar delante del niño: se ha fijado lo mal que pronuncia, sería bueno que lo llevara al fonoaudiológo, porque es el que más mal habla en el curso. Yo veo cómo se afecta mi hijo con esos comentarios, empieza a hablar menos y me cuesta que vaya al colegio. Cuando le mandé una comunicación pidiéndole que me enviara sus observaciones por esta vía, se molestó y dijo que no tenía tiempo y que lo hacía por el bien del niño".
Poner cuidado en lo que se conversa delante de los niños es una muestra de criterio y de sensibilidad frente a los sentimientos de los otros. Cuando se consulta la opinión de los niños, ellos se sienten validados e importantes.
Cuando se actúa como si fueran invisibles, se puede dañar su autoestima y sin quererlo provocar un sufrimiento innecesario.