La controversia acerca de las tareas divide a profesores, padres y alumnos. Por supuesto hay argumentos sólidos por ambas partes; por un lado, los que aconsejan suprimirlas y, por otro, los que las defienden a toda costa. Pero en lo que sí hay consenso es que la sobredosis es muy negativa, no sólo para el niño, sino que también para toda la familia, y en especial para la actitud de los niños frente al aprendizaje.
Es frecuente oír a los padres sentirse abrumados por la cantidad de tareas que les dan a sus hijos. Demasiadas exigencias en esta área constituyen una intromisión en la vida familiar, afectando muy negativamente la convivencia. Es como si en sus lugares de trabajo, a los padres les encargaran largas y tediosas tareas en forma cotidiana, y que además, para poder hacerlas, debieran contar con la colaboración de otros miembros de la familia.
La extensión que se pide es un factor que debe tomarse en cuenta. Toda tarea que exceda los veinte minutos, en niños que han estado ocho horas en el colegio, crea una disposición negativa hacia el aprendizaje. Cuando las tareas son muy largas y complejas, requieren la colaboración de los padres, pero más bien de las madres. Éstas, que han tenido la doble jornada que pesa sobre las mujeres, laboral y doméstica, están cansadas y pueden sentirse legítimamente sobrepasadas y agobiadas por demandas excesivas.
Una madre de dos niños, uno de los cuales tiene dificultades de aprendizaje, me contaba que un día cada uno de sus hijos tenía tres actividades para el día siguiente: una prueba, una maqueta y responder un largo cuestionario de ciencias naturales. El más pequeño tenía que hacer un resumen de un libro bastante largo, realizar tres entrevistas telefónicas para un trabajo y aprenderse una poesía en inglés. Esta mamá, bastante cariñosa y organizada, que les da autonomía a sus hijos, confesaba que se salió de sus casillas retándolos por algo que no era de su responsabilidad. Algunos colegios han buscado disminuir el problema de la sobrecarga poniendo un calendario en el libro de clases, en que los profesores anotan, pruebas, controles y trabajos pedidos a los alumnos. La norma es no más de dos al día y tareas que no sobrepasen los veinte minutos.
En otros establecimientos se dan tareas tres días a la semana. No hay tareas para los lunes y se avisan con dos días de anticipación, de tal manera que los niños puedan organizarse.