Septiembre nos lleva a pensar cómo debería ser el Chile que nos gustaría mostrar a nuestros niños y cuál sería nuestro legado para las nuevas generaciones, para que se inserten en su rol de ciudadanos y valoren lo que han recibido como país.
Releyendo el libro de Cristián Warnken "Aún no todo ha sido dicho", encuentro una columna que se llama "Chile", en la cual describe magistralmente lo que nuestros niños y adolescentes podrían rescatar. Dice: "Quienes vivimos en esta finis terrae sabemos lo milagroso que es levantar una ciudad, un campamento sobre geografías desmesuradas. Todo chileno lleva en el fondo de su alma el vértigo de montañas, glaciares y desiertos, junto a los cuales somos apenas. Hay una soledad inexpugnable en cada habitante del sur de este país, rostros que hablan de generaciones a la intemperie, de austeridad y de sobrevivencia".
Más adelante cita a Saint-Exupéry, quien exclamó "¡Punta Arenas!" en un viaje al extremo del mundo, y agrega: "Todo aquel que conoce la historia de este país y sabe lo que ha costado hacerlo, exclama al mirar las ciudades desde el cielo, después de cruzar las montañas ¡Chile!".
Viajar por nuestro país debiera ser un imperativo educacional para que los niños conozcan Punta Arenas, Aysén, Tierra del Fuego, Atacama y sus desiertos, imaginando el esfuerzo que significó para sus antepasados construir el país actual, sin tecnología moderna, haciendo caminos, viviendas, formando familias y produciendo alimentos. Ellos, que debieron vivir incomunicados por meses, resistir el frío o calor con vestimentas rudimentarias y sistemas de calefacción primitivos, y que a pesar de todo lograron hacer patria con una voluntad admirable.
Un país dotado de una diversidad natural y de una belleza como pocos, que es necesario dar a conocer para que sea parte constitutiva del alma de nuestros niños. Después de su viaje de estudio, un alumno entregaba su testimonio:
"Cuando planeamos el viaje, tuvimos la clásica discusión entre salir al extranjero o conocer Chile. Afortunadamente ganó la opción de viajar por el sur y tuvimos el privilegio de explorar y maravillarnos con los paisajes sureños. Varios nos planteamos la idea de que después de estudiar nos gustaría vivir en alguno de esos lugares". Es un desafío pendiente el que nuestros niños se encuentren con Chile.