Hay sitios sencillos, hogareños, quitados de bulla y que tienen buena cocina. Así son los bistrots franceses y las trattorias italianas. Nada de churriguerismos ni pomposidades, porque la idea es comer bien sin estresar a la billetera. Y así es Domani, muy quitado de bulla, con un amplio primer piso y una igualmente grande terraza, ideal para la conversa y los fumadores (tienen variedad de cervezas y coctelería). Es de esos sitios que llama a la reunión y la conversa, más que a la "salida del mes".
Y ya. Sus pizzas son magistrales. En una visita previa y de franco, con puro disfrute y poca memoria, hubo hasta repetición de tanta felicidad. Pero para ser más serios, porque esto será gozoso pero tampoco es chacota, en una segunda visita se pidió una simple pizza Margarita ($6.900): planita, con su borde inflado, con el queso justo (porque lo que abunda, daña), con sus hojitas de albahaca y una salsa de tomate distinta y que se nota mejor que las comunes y corrientes. OMG. ¿Ha comido algo pensando en puro volver por más? Esa fue la sensación.
Y para probar la mano en otras lides, se solicitaron unos canelones de ricotta. "Ya no hay", respondieron, y eran las 13 horas. Hum, que tampoco es una carta tan extensa, caballeros, por lo que hubo que pedir una lasaña boloñesa ($5.700). Y de nuevo la misma sensación: qué simple y qué sabrosa, con un tuco "acacerolado", por ponerle un adjetivo.
Hay platos de pasta de la semana, en este caso unos ñoquis, por lo que aparte de las pizzas y la carta, se puede encontrar con alguna otra grata sorpresa.
Ya terminando, un tiramisú ($3.300) correcto, con su buena mojada en café, pero al que le faltaba amargor. Llegó junto con los cafés ($1.400), como corolario de una atención impecable y rápida.
La verdad, gracias a unos precios harto humanos (porque abunda lo marciano en la materia) y una cocina sencilla y no por eso menos inolvidable, hay que puro recomendar una visita a Domani.
Granaderos 1328, 2 22640753.