El éxito de la "cocina fusión" o "nikkei" del Perú es tal que resulta interesante revisar lo que ocurre con los restoranes de esa línea ya establecidos entre nosotros y con buena historia y buena fama.
Llegar al Tanaka en esta ocasión no salió fácil: quisimos reservar por teléfono porque no teníamos en ese momento otra posibilidad, y nos encontramos con una descortés negativa: "use la página web". Después de alguna insistencia, nos aceptaron reserva telefónica. Fuimos los primeros clientes en llegar. Pero se demoraron en atendernos, mientras se oían alegres carcajadas de los mozos en la cocina y otros lugares. Y el primer plato llegó luego de quince minutos, y entre ése y el segundo, pasaron otros veinte. No había nadie a la vista a quien pedir ayuda... Un buen servicio tendría que contemplar un poco más de disciplina entre el personal. El tema, ingrato, debe ser mencionado, porque el servicio es una parte importante del agrado de ir a un restorán.
La cocina misma que se nos ofreció merece elogios y reparos. La trilogía de causas ($8.900) resultó correcta, pero no mucho más. Y, como se nos dijo que el atún que habíamos pedido estaba destinado a una preparación distinta de la nuestra (otra persona que apareció nos dijo que no había llegado...), optamos por un pulpo a la parrilla ($14.800): nos llegó un gran plato de pulpo, con papas doradas, con choclo peruano en una salsita muy anisada y fina, una grande y rica ensalada verde, un potecito con deliciosa salsa parrillera y un pulpo duro, duro. No lo pudimos comer y se fue de vuelta. Es raro: no nos hemos encontrado antes en esta plaza con un pulpo que no se pueda comer; es, hoy por hoy en Santiago, un producto cuyo manejo ya se domina casi en todas partes.
El plato de camarones envueltos ($10.500) consistió en varios camarones arrebozados, pero demasiado secos, puestos sobre un risotto con tinta de calamar (arroz recocido, conjunto poco sabroso a pesar de la intensidad gustativa que tiene normalmente esa tinta), acompañado de unas muy ricas verduritas al wok. Bueno: aquí nos consolamos con las verduritas como, en el caso del pulpo, con la ensalada y el choclo. En cambio, los tallarines "spicy" ($9.500) fueron una verdadera delicia: una salsa muy sabrosa y cremosa, con camarones y otros mariscos. Perfecto. Nos recordó otro plato muy parecido que comimos en otro establecimiento vecino de la misma empresa.
Pedimos dos postres, pero llegó uno solo "para compartir": una selección de "exquisiteces" ($5.900: suspiro de limeña, brownie, cheesecake de maracuyá, torta tres leches; todo bien, en porciones minúsculas). Como el servicio era lento, desistimos del otro.
Resumen: esos tallarines excelentes prueban que se puede aquí cocinar muy bien; falta atender a los detalles (como la blandura del pulpo...). Disciplinar el servicio, agilizarlo. Sean corteses por teléfono.
Alonso de Córdova 4248, Vitacura. 2 2206 6000.RECTIFICACIÓN: La crítica gastronómica de Ruperto de Nola publicada en la edición del pasado 1 de septiembre no correspondía al restaurante Tanaka, como anunciaba su título y fotografía. Lamentamos la confusión y aquí publicamos la crítica correcta.