Atención a suscriptores
Su contrato de suscripción digital está por vencer. Para renovar por un año adicional presione aquí.
RenovarColumnistas
Viernes 01 de septiembre de 2017
Curry: Más es menos
"Lo más singular de todo fue que, al final y sin previo aviso, descontaron un 15% de la suma. ¿La razón? Es que llevan poco tiempo abiertos...".
Después de visitar un restaurante, lo ideal es que prime una sensación: que todo calzó. Y que si faltó algo, eso se compensó de alguna manera. Pero tras visitar este local de Bilbao, después de todo, queda dando vuelta lo caro de sus platos. Porque una rápida comparación con otros locales de comida tailandesa (el Thai Isan, el Lai Thai y hasta Soho, que es más pituco) no los deja en calidad de ganga. Y con servilletas de papel y mesas sencillas, no es que hayan importado el Buda más caro del mercado como decoración. Con una única persona atendiendo (y no son pocas mesas), muy gentil pero sin desenchufarse del Whatsapp (o quién sabe qué), y con porciones nada de mayúsculas, es así como el precio queda allí, resonando como resumen de esta experiencia.
Y bien. Con un té verde como compañía, se empezó con unos arrollados primavera thai ($6.900) que estaban bien fritos, pero eran del verbo pequeño. Al mismo tiempo llegaron unas hojas de camarón, esas de restaurante chino, como una amenidad. Podrían haber llegado antes. Y no es lo único no thai dentro de este restaurante thai, como lo es la sopa pho y unos arrollados vietnamitas. ¿Sumadas porque sí a la carta? Queda planteada la duda frente a este arranque de panasiatismo.
De los fondos, dos platos. Un clásico pad thai con harto tofu y camarones ($9.250), al que le faltaron dientes de dragón y cuyos tallarines venían cortados. Y con apenas una nota peregrina a salsa de pescado. ¿Temor al rechazo occidental? El otro plato fue un curry massaman ($9.250), ese de color cafecito e intenso en maní, con papas y trozos de lomo de una vaca poco budista. Tenso el animal. Y ojo, que estos currys tailandeses son más sopeados, no tan espesos ni tan faltos al líquido como resultó ser este.
De los postres, un "cremoso" de jengibre y mango ($4.375), una suerte de helado muy sabroso, con trozos de la fruta en cuestión.
Lo más singular de todo fue que, al final y sin previo aviso, descontaron un 15% de la suma. ¿La razón? Es que llevan poco tiempo abiertos.
¿Aló, Tailandia?
Francisco Bilbao 2752, 2 2209 0595.
Y bien. Con un té verde como compañía, se empezó con unos arrollados primavera thai ($6.900) que estaban bien fritos, pero eran del verbo pequeño. Al mismo tiempo llegaron unas hojas de camarón, esas de restaurante chino, como una amenidad. Podrían haber llegado antes. Y no es lo único no thai dentro de este restaurante thai, como lo es la sopa pho y unos arrollados vietnamitas. ¿Sumadas porque sí a la carta? Queda planteada la duda frente a este arranque de panasiatismo.
De los fondos, dos platos. Un clásico pad thai con harto tofu y camarones ($9.250), al que le faltaron dientes de dragón y cuyos tallarines venían cortados. Y con apenas una nota peregrina a salsa de pescado. ¿Temor al rechazo occidental? El otro plato fue un curry massaman ($9.250), ese de color cafecito e intenso en maní, con papas y trozos de lomo de una vaca poco budista. Tenso el animal. Y ojo, que estos currys tailandeses son más sopeados, no tan espesos ni tan faltos al líquido como resultó ser este.
De los postres, un "cremoso" de jengibre y mango ($4.375), una suerte de helado muy sabroso, con trozos de la fruta en cuestión.
Lo más singular de todo fue que, al final y sin previo aviso, descontaron un 15% de la suma. ¿La razón? Es que llevan poco tiempo abiertos.
¿Aló, Tailandia?
Francisco Bilbao 2752, 2 2209 0595.
